Antonio de la Rosa alcanzó el Polo Sur Geográfico, culminando una de las aventuras más desafiantes y exigentes de su trayectoria de explorador. Durante 39 días, el aventurero español, que partió el 9 de diciembre desde la base Hércules Inlet, recorrió en solitario 1.130 kilómetros enfrentando temperaturas de hasta -50 °C, vientos implacables y vastas extensiones de hielo interminable.
El Polo Sur Geográfico, su destino final, está marcado por un hito y una señal colocados sobre la banquisa, que se recolocan cada fin de año para compensar el movimiento del hielo. Esta señal conmemora las fechas de llegada de Roald Amundsen (Expedición Amundsen) y Robert Falcon Scott (Expedición Terra Nova), acompañadas de breves biográfías de ambos exploradores.
En una breve comunicación satelital con su equipo, De la Rosa expresó: “He llegado bien, me siento bien. Acabo de comer tras casi un día sin haber comido apenas. El objetivo era llegar al Polo Sur, y reto conseguido, aunque he perdido casi 15 kilos y bastante masa muscular por el esfuerzo y la dieta. Estoy en el Polo Sur y ahora descansando en una tienda con calefacción que me ha facilitado la base de ALE (Antarctic Logistics & Expeditions)”.

Recorrido lleno de desafíos
El trayecto no estuvo exento de dificultades. Uno de los momentos más delicados ocurrió durante el día 23 de su travesía, cuando Antonio sufrió un episodio de fotoqueratitis, conocido como «Ceguera de las Nieves». Esta afección ocular, causada por la sobreexposición a la radiación ultravioleta, lo obligó a detenerse durante 48 horas en su tienda de campaña. La niebla densa que lo rodeaba en ese momento complicó aún más la situación, pero su determinación y las instrucciones médicas que recibió le permitieron recuperarse y continuar hacia su objetivo.
A pesar de este contratiempo, Antonio logró mantener el ritmo necesario para completar su travesía, demostrando una vez más su fortaleza física y mental.
Llegada al Polo Sur
En su llegada, Antonio visitó dos puntos emblemáticos: el polo geográfico, señalado con un letrero en honor a los exploradores Scott y Amundsen, y el polo ceremonial, adornado con 12 banderas que representan a los países firmantes del Tratado Antártico de 1959. Este acuerdo internacional establece a la Antártida como un territorio dedicado exclusivamente a la paz y la investigación científica.
Antonio también pasó por el “West Point”, una zona de seguridad para aeronaves, y anticipó su traslado a Union Glacier, donde se reunirá con otros expedicionarios antes de regresar a casa.

Un logro personal
Esta travesía no solo marca un hito personal para Antonio de la Rosa, sino que también destaca la importancia de la preservación de los ecosistemas polares. Durante todo el recorrido, Antonio ha puesto énfasis en crear conciencia sobre el impacto del cambio climático en estas regiones. Tras más de un mes enfrentando uno de los entornos más hostiles del planeta, Antonio se encuentra en buen estado de salud y satisfecho por haber culminado esta extraordinaria aventura.