La segunda capa: cómo mantener el calor en montaña sin perder transpirabilidad ni comodidad en ruta

¿Tienes frío cuando vas a la montaña? Puede que no sea culpa del clima, sino de la prenda que eliges para abrigarte. La segunda capa -también conocida como capa térmica o intermedia- es la responsable de mantener el calor corporal y protegerte del frío sin impedir la transpiración.

Ya sabes que la primera capa se encarga de evacuar la humedad. Ahora toca aprender a conservar ese calor que generamos con el movimiento. Porque sí: somos una fuente constante de calor, pero si no lo gestionamos bien, lo perdemos rápidamente… y eso en la montaña se paga caro.

En este artículo te explicamos qué tipos de prendas forman parte de esta capa, cuándo conviene elegir una u otra y qué errores debes evitar. Al final, encontrarás nuestra Guía Turiski para elegir bien tu segunda capa, con consejos útiles para acertar.

¿Qué función cumple la segunda capa?

Su función principal es retener el calor que genera tu cuerpo, creando una barrera térmica que no solo aísla, sino que también permite al sudor seguir evacuándose desde la primera capa hacia el exterior.

Esta capa no debe bloquear la transpiración ni atrapar la humedad. Su reto es lograr el equilibrio entre aislamiento térmico y buena ventilación.

Una segunda capa eficaz abriga sin sobrecalentar, y mantiene el confort térmico incluso con cambios de intensidad o clima.

Las tres grandes familias de la segunda capa

Las prendas que usamos como segunda capa se pueden dividir en tres grupos principales. Cada una tiene sus ventajas y limitaciones:

1. Forros polares

Son los clásicos de la montaña y siguen siendo una de las opciones más versátiles como segunda capa. Ofrecen un buen equilibrio entre aislamiento, ligereza y transpirabilidad, ideales para actividades activas en montaña.

Material: tejido sintético, normalmente poliéster.

Ventajas:
Ligeros, transpirables, de secado rápido y con buena movilidad.
No retienen humedad y funcionan bien incluso con esfuerzo físico continuo.

Inconvenientes:
Aíslan menos en condiciones extremas de frío.
No protegen del viento si se usan como capa exterior.

Tipos de forros polares:

• Modelos básicos: ideales para salidas de media montaña, entretiempo o uso casual. Sencillos, cómodos y económicos.
• Versiones técnicas: incluyen tejidos avanzados como Polartec® Thermal Pro™, cremalleras de ventilación, bolsillos térmicos, paneles de diferente densidad o refuerzos estratégicos. Aportan mayor calidez, durabilidad y rendimiento sin aumentar peso. Algunos modelos incorporan materiales reciclados.

¿Cuándo usarlos?
Perfectos para senderismo activo, marchas en primavera y otoño, o como parte de un sistema multicapa durante todo el año. También son una excelente opción combinados con una chaqueta sintética si necesitas mayor protección térmica.

2. Chaquetas de relleno sintético

Se han popularizado por su rendimiento térmico incluso en condiciones de humedad.

• Material: fibras sintéticas tipo “insulation” que imitan la pluma.
• Ventajas: mantienen el calor incluso mojadas, compactas, más resistentes y fáciles de lavar que la pluma.
• Inconvenientes: algo más pesadas o voluminosas que un polar, dependiendo del modelo.
• Modelos: desde chaquetas ligeras para actividad hasta versiones más gruesas para frío intenso.

¿Cuándo usarlas?
Rutas con clima cambiante, salidas invernales, momentos de reposo, o como refuerzo térmico bajo una tercera capa.

3. Chaquetas de pluma

Ofrecen el mayor aislamiento térmico con el menor peso, pero requieren cuidado.

• Material: relleno natural de pluma (normalmente de oca o pato).
• Ventajas: excelente capacidad calorífica, peso mínimo, muy compresibles.
• Inconvenientes: pierden eficacia si se mojan, requieren mantenimiento específico, precio más alto.
• Mejor uso: actividades de poca transpiración, descansos prolongados, climas fríos y secos.

¿Cuándo usarlas?
Ideal para uso en paradas, vivacs o situaciones de mucho frío. No se recomienda como capa activa salvo en condiciones muy frías y secas.

¿Qué grosor elegir?

En la capa intermedia, el grosor marca la cantidad de aislamiento. Aquí algunos rangos orientativos:

• Forros polares:
  • 100 g/m²: ligeros, ideales para actividad intensa o entretiempo.
  • 200 g/m²: polivalentes, buena retención térmica sin agobiar.
  • 300 g/m²: máximo aislamiento, uso invernal o poco esfuerzo.
• Chaquetas sintéticas/pluma:
  • Relleno ligero: actividad continua con clima fresco.
  • Relleno medio: uso general todo el año.
  • Relleno grueso: frío intenso, paradas largas o descanso.

Consejo: si tienes dudas, combina un polar ligero + chaqueta sintética, y adapta según el día.

Cómo elegir tu segunda capa según la actividad

• Senderismo en clima templado: polar ligero o intermedio. Buena transpirabilidad.
• Rutas invernales o alta montaña: chaqueta sintética + polar o chaqueta de pluma como capa pasiva.
• Marcha rápida / trail: tejidos finos, térmicos activos, buena ventilación.
• Vías ferratas, escalada o raquetas: libertad de movimiento, prendas que abriguen sin estorbar.

Errores comunes al elegir la segunda capa

• Buscar abrigo sin pensar en la transpiración: si solo abriga, pero no evacua, acabarás mojado por dentro.
• Confiar solo en la pluma como capa activa: la pluma no rinde bien con humedad ni esfuerzo físico intenso.
• Pensar que un polar básico es suficiente para todo: no en condiciones de frío real o viento fuerte.
• No combinar capas según situación: mejor dos prendas versátiles que una muy gruesa y única.
• Ignorar la movilidad: una prenda demasiado rígida o voluminosa limita el movimiento y la comodidad.

¿Cuántas segundas capas necesito?

No se trata de tener muchas, sino de saber combinarlas. Un buen polar + una chaqueta sintética ligera pueden cubrir el 90 % de tus salidas.

Si haces montaña en invierno o zonas de altitud, tener también una chaqueta de pluma para descansos o vivacs es una gran inversión.

La segunda capa, clave para disfrutar sin pasar frío

Acertar con la segunda capa es fundamental para disfrutar del frío sin sufrirlo. No solo te protege, también influye en el rendimiento, en cómo respira tu cuerpo y en la eficacia del resto del sistema de capas.

Apuesta por materiales que combinen aislamiento, transpirabilidad y comodidad, y recuerda que ninguna prenda es perfecta para todo, pero sí puedes crear combinaciones versátiles que funcionen en distintas situaciones.