Ha pasado algo desapercibido el «globo sonda» del movimiento del COI para intentar ampliar el programa de los Juegos de Invierno con deportes que no tienen nada que ver con la nieve y el hielo. Mientras el foco mediático mira hacia Milano-Cortina 2026, en los despachos de Lausana se cocina un cambio que no es menor. Abrir la puerta a disciplinas de federaciones de verano como el ciclocross o el campo a través (cross) . Es el típico giro envuelto en palabrejas modernas, pero con una consecuencia muy clara. Si todo vale, los Juegos de Invierno dejan de ser de invierno.
Desde la montaña, cuesta no ver una contradicción bastante burda. Antes de importar deportes de verano al programa invernal, quizá habría que mirar con algo más de cariño a aquellas modalidades de invierno que llevan años esperando su oportunidad. Porque lo que está en juego no es una medalla más o menos para el medallero de tal o cual país, sino la identidad de unos Juegos que nacieron para celebrar la nieve y el hielo, no para convertir febrero en un contenedor de disciplinas recicladas.

Los Juegos de Invierno no necesitan deportes de verano, necesitan coherencia
En los últimos días, siete federaciones internacionales de deportes de invierno –biatlón, bobsleigh y skeleton, hockey hielo, luge, patinaje, esquí y snowboard, y curling– han hecho algo poco habitual: levantar la voz al unísono para decir no a esta deriva. No hablan desde el miedo ni desde el conservadurismo, sino desde una evidencia que cualquiera que haya pisado una estación en enero entiende al primer vistazo. Sumar deportes de verano no mejora los Juegos, los desdibuja.
Ellas mismas reconocen la necesidad de innovar, atraer nuevas audiencias y hacer sostenible el calendario invernal. Pero señalan una línea roja muy simple, casi infantil en su lógica. Los Juegos de Invierno son, o deberían seguir siendo, la gran celebración de los deportes que se practican sobre nieve y hielo. No de cualquier modalidad que encaje a la fuerza en dos semanas de calendario y en un pabellón climatizado.
Ahí entra en escena el famoso eslogan del COI, “Fit for the Future”, que suena a presentación de PowerPoint de consultora. El objetivo declarado es mantener vivo el modelo olímpico en plena crisis climática y de audiencia. Nada que objetar. El problema es la tentación permanente de arreglarlo todo añadiendo más deportes sin vinculación invernal. Paradójicamente, el propio COI ha enseñado en los últimos años cuál podría ser el camino sensato. La inclusión del esquí de montaña como nuevo deporte olímpico en los JJ.OO Milano-Cortina 2026 no es solo un guiño a una moda, sino el reconocimiento de una disciplina nacida y criada en entornos invernales auténticos. El skimo de nuestras cordilleras mezcla ascensos con pieles, transiciones, bajadas técnicas y una cultura de montaña que no se inventa en un despacho. Es minoritario a nivel global, sí, pero profundamente invernal y con una comunidad comprometida.

Que el skimo entre en el programa olímpico marca una dirección lógica. Abrir los Juegos a disciplinas que de verdad amplían el universo de la nieve y el hielo, que conectan con nuevas generaciones de deportistas de montaña y que aportan espectáculos distintos sin traicionar la esencia de los Juegos de Invierno. Otra cosa es que el formato elegido guste más o menos. Que solo entren los sprints y relevos mixtos mientras se queda fuera la mítica individual o las verticales es discutible, pero el mensaje de fondo es claro. Si hay que innovar, hagámoslo desde dentro del invierno, no importando deportes ajenos con la excusa de la modernidad.
Del esquí de velocidad al freeride o la escalada en hielo, el invierno tiene banquillo olímpico de sobra
La pregunta incómoda es sencilla. Antes de proponer el ciclocross o el campo através como deportes olímpicos de invierno, ¿hemos agotado de verdad las posibilidades del propio universo invernal?
Ahí está, por ejemplo, el esquí de velocidad, conocido también como el kilómetro lanzado, que ya fue deporte de exhibición en Albertville 1992. Una disciplina extrema, muy televisiva, con descensos que superan los 200 km/h sobre nieve, con material específico, reglamento claro y una estética que encaja perfectamente en el imaginario de los Juegos: casco aerodinámico, monos, pendiente infinita y un cronómetro implacable. ¿No merece al menos un debate serio antes de llenar febrero de circuitos embarrados y bicicletas?
Otro caso evidente es la escalada en hielo. La Copa del Mundo de la UIAA lleva años demostrando que se pueden organizar competiciones espectaculares en estructuras de hielo y mixto, con públicos entregados en valles alpinos, asiáticos o del Este. Es técnica, visual, difícil, radicalmente invernal y conectada con la cultura del alpinismo. La escalada deportiva ha encontrado su hueco en los Juegos de verano, mientras la escalada en hielo ni siquiera aparece en la conversación del programa de invierno. Incoherencias olímpicas.

Y podríamos seguir. El telemark, las raquetas de nieve, el ice cross con formato explosivo, y las pruebas de freeride adaptadas al entorno olímpico. El abanico de opciones dentro del propio invierno es amplio. Lo que quizá falta no son ideas, sino ganas de trabajar en deportes que no traen la audiencia hecha de casa.
Los defensores de añadir ciclocross o el campo a través (cross) repiten el mantra de la universalidad y del incremento de países participantes. Suena bien en los comunicados. Pero la universalidad no puede ser un comodín que lo justifica todo. Si aceptamos que los Juegos de Invierno son el gran escaparate mundial de nieve y hielo, la prioridad no puede ser rellenar el programa con deportes de verano que buscan una segunda vida olímpica. Nadie plantea meter biatlón o combinada nórdica en los Juegos de verano para “ayudarles” con su visibilidad. Cuesta entender por qué el camino inverso sí sería deseable.
Los JJ.OO. de invierno no son un contenedor de deportes que no caben en los Juegos de verano
Defender que los Juegos de Invierno sigan siendo de invierno no significa encerrarse en un museo de los de antes ni vivir de la nostalgia. Significa exigir que la innovación vaya acompañada de coherencia. Modernizar el programa no es un problema; hacerlo a costa de lo que le da sentido, sí. La nieve y el hielo no son un decorado. Son el corazón de unos Juegos que, durante dos semanas, concentran la mirada del mundo sobre cordilleras, valles y estaciones que el resto del año pasan más desapercibidas.
Para quienes vivimos, trabajamos o simplemente soñamos la montaña, los Juegos de Invierno son algo más que un espectáculo televisivo, el momento en que ese universo se hace central. Convertirlos en un contenedor híbrido donde cabe cualquier deporte que quiera más exposición puede resultar tentador a corto plazo, pero es también la mejor manera de desdibujar lo que los hace únicos.
Ojalá que, cuando el COI vuelva a hablar de futuro, mire primero a las pistas, a la montañas y a los valles nevados. Allí siguen esperando muchas disciplinas que, a diferencia del ciclocross o el campo a través, no necesitan justificarse con powerpoints ni campañas de marketing. Llevan toda la vida viviendo en invierno. Solo falta que alguien en Lausana levante la vista de la hoja de cálculo y las vea.
Declaración de las Federaciones Olímpicas de Invierno
En respuesta a las recientes especulaciones sobre la posible inclusión de disciplinas adicionales de las Federaciones Olímpicas de Verano en los Juegos Olímpicos de Invierno, las Federaciones Olímpicas de Invierno (Unión Internacional de Biatlón, Federación Internacional de Bobsleigh y Skeleton, Federación Internacional de Hockey sobre Hielo, Federación Internacional de Luge, Unión Internacional de Patinaje, Federación Internacional de Esquí y Snowboard, Federación Mundial de Curling) han emitido la siguiente declaración:
Las Federaciones Olímpicas de Invierno están plenamente comprometidas con la innovación, la universalidad y el fortalecimiento del atractivo especial y claramente diferenciado de los Juegos Olímpicos de Invierno. En este contexto, apoyamos plenamente y apreciamos enormemente la oportunidad creada por la presidenta del COI, Kirsty Coventry, para revisar todos los aspectos del Movimiento Olímpico a través del proceso de consulta «Preparados para el futuro». Este proceso invita a una amplia gama de ideas de diversas partes interesadas para establecer una dirección coherente a largo plazo para el Movimiento Olímpico.
Aplaudimos los esfuerzos del COI por continuar modernizando los Juegos para atraer a nuevas audiencias y explorar formas dinámicas y relevantes de hacer que el Movimiento Olímpico sea más inclusivo y, a la vez, más sostenible. Sin embargo, las Federaciones Olímpicas de Invierno creen que el futuro de los Juegos Olímpicos de Invierno no se ve favorecido por propuestas fragmentadas, como la inclusión de disciplinas no olímpicas de las Federaciones Internacionales de Verano en los Juegos Olímpicos de Invierno.
Las Federaciones Olímpicas de Invierno mantienen su firme convicción de que tal enfoque diluiría la marca, el legado y la identidad que hacen únicos a los Juegos Olímpicos de Invierno: una celebración de los deportes practicados sobre nieve y hielo, con una cultura, atletas y campos de juego distintivos.
«La innovación debería centrarse en la evolución de los deportes de invierno existentes para atraer una participación y un público más amplios, al tiempo que mejora el atractivo de los Juegos Olímpicos de Invierno. Un ejemplo exitoso de dicha evolución es la inclusión del esquí de montaña (ISMF), una disciplina nacida de entornos invernales auténticos y emblemática del desarrollo continuo de los deportes de invierno» manifestó Ivo Ferriani, presidente de las Federaciones Olímpicas de Invierno
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