Éramos dos y llegamos al restaurante Embarcadero con el sol del mediodía colándose por los ventanales. La brisa movía las servilletas y la paellera llegó humeante: grano suelto, sofrito paciente y ese perfume a mar que solo tiene la orilla de Castelldefels. El restaurante -ubicado dentro del Hotel Playafels y gestionado por Grupo Lancaster- abre el comedor directamente a la playa, y la luz marca otro tempo. Aquí el mar manda y el apetito obedece.
Arroces que huelen a puerto
El orgullo de la casa se sirve en paellera. Arroz a banda con patas de pulpo y emulsión de su tinta, arroz negro con calamarcitos, del “senyoret” con caldo de pescado de roca o fideuà clásica de sepia, gamba y mejillón: sofrito pausado, fumet con espinas y cabezas, grano suelto y un punto de salitre que parece colarse por los ventanales. Es donde Embarcadero marca diferencias, sin aderezos innecesarios ni fuegos de artificio, solo el sabor limpio del Mediterráneo. Cuando la paella descansa, asoma ese socarrat medido que pide silencio y cuchara. En días de carta, aparecen también versiones más golosas -a banda, negro o del senyoret- que repiten la misma idea de cocina honesta y fondo sabroso. Y si el cuerpo pide repetir, la sala entiende el gesto y el reloj se detiene un rato más frente al azul.

La cocina que no caduca
En cocina, el chef Rubén Arceiz defiende un ideario sencillo y feliz: recetas reconocibles, sin florituras, apoyadas en producto de proximidad y cocciones precisas. Una ensaladilla con encurtidos bien equilibrados, de las que invitan a repetir; pisto con huevo poché que reconcilia con el mediodía; y merluza en salsa verde con langostinos, bien trabada y sin excesos. Nada de artificios, solo sabor. La vajilla es sobria, los manteles de hilo blanco y el ambiente de sala sabe cuándo retirarse y cuándo escuchar.
Menús con sentido común (y sin complicaciones)
A mediodía, Embarcadero apuesta por fórmulas que facilitan la vida. El menú del día, por 21,50 €, propone tres primeros y tres segundos de corte casero —pueden aparecer una ensaladilla rusa de atún con olivada, unos spaghetti con mejillones estilo vongole o una cazuela de pisto— y remata con postres de obrador como brownie con helado, tarta de queso al horno o ensalada de fruta.

Quien busque ese arroz que huele a puerto tiene el menú Arroces, 29,90 €, que arranca con un aperitivo y entrantes (por ejemplo, ensaladilla alemana con mayonesa amostazada y berenjena en panko con crema de queso) y culmina eligiendo entre paella, fideuà, arroz negro o a banda, con pan y bebida incluidos. Y para días de cuchara, la casa se permite un guiño castizo con los garbanzos con tomate y chorizo riojano —la “cuchara revoltosa”, 14,50 €—, perfectos cuando el cuerpo pide calor.
Y si el arroz deja hueco, el final dulce no defrauda. Tarta de queso al horno, torrija de brioche francés caramelizada, tiramisú clásico con cacao amargo o esa “obsesión” de chocolate que hace honor a su nombre.
Bodega con presencia y criterio
La carta de vinos acompaña sin estridencias, con un esqueleto mediterráneo bien armado. En espumosos destacan cavas y Corpinnat solventes para abrir boca; en blancos, la frescura del Albariño y el carácter del Xarel·lo y del chardonnay del Penedès encajan de maravilla con la cocina marina. Los tintos miran a Rioja y Ribera del Duero cuando asoman carnes y guisos, y reservan un espacio serio a Priorat y Montsant para quien busque más profundidad. Hay opciones por copas y se señalan referencias eco, veganas o biodinámicas, detalle práctico que no dispara el ticket.
Dos comensales y un mismo acuerdo. Aquí los arroces mandan. Luz, brisa y paellera en el centro bastan para entender la casa. La cocina del Embarcadero afina lo esencial y lo deja en el plato.

A fuego rápido con Rubén Arceiz, chef del restaurante Embarcadero
¿Qué ingredientes encontramos en vuestro arroz estrella?
Alcachofas de temporada, costilla de cerdo, gamba roja y un sofrito de sepia que hace de hilo conductor.
¿Se dejan aconsejar los clientes por el chef?
La mayoría, sí. Aunque muchos vienen con la idea clara: saben que quieren uno de nuestros arroces, carnes o pescados.
¿Contemplas la cocina de diseño en tu restaurante?
Lo de servir un plato precioso y no saber qué estás comiendo no va con nosotros. Nos gusta que el comensal reconozca el pescado o la carne que tiene delante.
¿Todavía la comida entra por los ojos?
Diría que en un 90 por ciento. Pero la mejor publicidad, entre comillas, la hacen nuestros propios clientes.
¿Qué es lo mejor de una comida?
La compañía. Siempre.
¿Con qué cocina nos encontraremos dentro de cinco o diez años?
Espero que con una cocina que mantenga la esencia: producto de proximidad, pescados frescos pese a lo complicado que es conseguirlos, y arroces como los de ahora. Una cocina con sabor, con cocciones bien hechas y con ese respeto por la tradición que viene de la abuela. Ojalá esa manera de cocinar con sentido, sin disfrazar el producto, no pase de moda.
Sí. Que lo que cocines te gustaría comerlo a ti, a tu equipo y a tu familia. Si piensas así, todo cambia.
Guía rápida para el comensal
Restaurante: Embarcadero (Hotel Playafels)
Ubicación: Carrer Ribera de Sant Pere, 1-9, Castelldefels
Gestión: Grupo Lancaster
Horario: Mediodía de lunes a viernes (excepto festivos)
Menús: Menú del día (21,50 €), Menú Arroces (29,90 €), La cuchara (14,50 €)
Teléfono: 938 59 72 88




