Carlos Soria emociona en Sama y llega al CB del Manaslu

Carlos Soria, emoción y lágrimas en Sama antes de llegar al campo base del Manaslu

Reportaje

A sus 86 años, Carlos Soria culmina la aclimatación en el Khumbu y llega al campo base del Manaslu para conmemorar el 50º aniversario de la primera expedición española a un ochomil principal

Carlos Soria
Carlos Soria, a sus 86 años, mantiene intacta la pasión por las montañas en su regreso al Manaslu medio siglo después de la histórica expedición española. (Copyright/ Luis M L Soriano)

“Emoción. Esa es la palabra que ha definido la etapa de hoy. ¡Mucha emoción!” Así ha pisado Carlos Soria, 86 años, el campo base del Manaslu (8.163 m), después de una aclimatación meticulosa en el valle del Khumbu y una aproximación aérea peleada contra la meteorología. Vuelve a “su” montaña con una idea que le ronda desde hace tiempo. Honrar el 50º aniversario de la primera ascensión española a un ochomil principal (Manaslu, 1975), en la que él mismo fue protagonista.

Manaslu
El majestuoso Manaslu, la “montaña del espíritu”, en todo su esplendor, escenario de la primera gran cima española en un ochomil principal. (Copyright/Anton Yankovy/Dreamstime.com)

Equipo de confianza para el Manaslu

En esta nueva aventura no está solo. A su lado marcha inseparable Luis Miguel Soriano, su fiel compañero desde hace años, hasta el punto de que cuesta imaginar a Soria enfrentándose a un reto de esta magnitud sin su presencia. El equipo se completa con Pedro Mateo, farmacéutico y montañero, y Juan Boada, alpinista de larga trayectoria, aunque ninguno de ellos tiene previsto atacar la cumbre. También viaja con ellos el nepalí Mikel Sherpa, viejo conocido de Soria en otras expediciones, que aporta la experiencia local imprescindible en el Manaslu.

Expedición española al Manaslu 1975
En el monasterio de Sama cuelga aún la fotografía de la primera expedición española al Manaslu en 1975, marcada por el paso del tiempo. (Copyright/Luis M L Soriano)

Medio siglo de historia

La expedición posee, además, un profundo valor simbólico. El 26 de abril de 1975, Gerardo Blázquez y Jerónimo López alcanzaron la cima del Manaslu y firmaron la primera cumbre española en un ochomil principal. Un año antes, el 29 de abril de 1974, Jordi Pons, Josep Manuel Anglada y Emili Civís ya habían hecho historia al escalar el Annapurna Este (8.026 m) sin oxígeno, la primera cima española en una montaña de más de ocho mil metros.

Carlos Soria suma 12 ochomiles

En aquella expedición de 1975 también estuvo Carlos Soria, aunque su progresión se detuvo en torno a los 7.000 metros. La idea de conmemorar aquel hito nació en el RSEA Peñalara, el club al que pertenece, pero la expedición conjunta no prosperó por falta de patrocinio. Soria, sin embargo, se adueñó del reto y lo transformó en un compromiso personal: regresar al Manaslu medio siglo después y cerrar un círculo que había quedado pendiente.

Expedición española al Manaslu 1975
Fotografía restaurada de la expedición española al Manaslu en 1975, con Gerardo Blázquez, Jerónimo López, Carlos Soria y sus compañeros, recuerdo vivo en Sama.

Medio siglo más tarde, su carrera himalayista suma 12 de los 14 ochomiles, con solo dos nombres pendientes: el Shisha Pangma (Tíbet) y, sobre todo, el Dhaulagiri (Nepal), la gran cuenta pendiente de su vida. Desde 1998 lo ha intentado 15 veces sin éxito, y en 2021 tuvo que abandonar dos intentos consecutivos: uno frustrado por la pandemia y otro, por los problemas de rodilla que aún arrastraba.

Khumbu: aclimatar con cabeza

Antes de llegar al campo base del Manaslu, el plan pasó por caminar a la sombra del Everest, el Lhotse y el Ama Dablam. “Durante diez días recorreremos los rincones de este maravilloso lugar”, contó ya en marcha, consciente de que la mejor forma de llegar fino al Manaslu es sumar metros con criterio. Días después, llegó el test decisivo:
“La ascensión al Chukung Ri (5.550 m) no presenta dificultad técnica, pero ofrece una fuerte pendiente, muy mantenida, rematada por una bonita cresta… Hemos necesitado poco más de dos horas para salvar los casi novecientos metros de desnivel… Las sensaciones han sido muy positivas”.
Con ese pulso, cerraron la aclimatación durmiendo en Chukung (4.700 m) y tocando dos cotas cercanas a seismil, justo lo que pedía el cuerpo antes del Manaslu. Acto seguido regresaron a Katmandu, cuando los disturbios habia concluido y la la normalidada habia vuelto a la  capital nepalí.

Sama
Mujer de Sama haciendo girar un mani khorlo (molinillo de oración) y contando cuentas de un mala, gestos de la tradición budista del Himalaya. (Copyright/ Luis M L Soriano)

Un vuelo entre nubes y un aterrizaje en Lhi

La transición a la montaña no fue un paseo. “Ayer conseguimos salir en helicóptero desde la capital de Nepal… Nos lanzamos desde Katmandú con unas condiciones atmosféricas muy complicadas… Al final tuvimos que aterrizar en la pequeña aldea de Lhi”.
La capitana Priya Adhikar, “primera y única mujer piloto nepalí”, a los mandos; la noche, larga; el helicóptero, “aparcado en una pequeña plataforma, sobre una prominente torre rocosa”. Al amanecer, la meteo concedió la tregua que faltaba.

El reencuentro con Sama

La llegada a Sama ha sido mucho más que una etapa del viaje; ha sido un regreso al corazón de los recuerdos. “Esta mañana por fin hemos llegado a Sama. No he podido contener la emoción durante todo el tiempo que he pasado aquí”, confiesa Soria, con la voz cargada de sentimientos. Allí le aguardaban amigos de toda la vida, rostros que han marcado su relación con el Manaslu desde hace medio siglo.

El primero en recibirle fue Phurbu, el profesor de la escuela del pueblo, que lo abrazó con la gratitud de quien nunca olvida. Durante años, Soria y sus compañeros han colaborado con la escuela en momentos difíciles, cuando faltaba cualquier apoyo. “Phurbu nos lo recuerda constantemente con palabras de mucho cariño y agradecimiento”, relata emocionado.

Memoria viva del 75

No tardó en aparecer también el lama Phenol Karma, hijo de Lopen Ghurmey Lama, ya fallecido, con quien Soria compartió vivencias inolvidables en sus primeras expediciones. En la capilla más antigua del monasterio, aún se conserva una fotografía descolorida del equipo del Manaslu 1975, símbolo de aquella gesta y de los lazos tejidos con la comunidad. “No puedo evitar que las lágrimas regresen a mis ojos. Recuerdos de mis compañeros, de todo lo que he vivido en esta montaña y en este pueblo tan especial para mí”, reconoce.

Carlos Soria
Carlos Soria junto al profesor Phurbu y el lama Phenol Karma en el pueblo de Sama, un reencuentro marcado por la amistad y la memoria del Manaslu. (Copyright/ Luis M L Soriano)

Soria tiene claro que este viaje trasciende la dimensión deportiva. “Después de cincuenta años no hemos regresado al Manaslu solo para realizar una actividad deportiva. Revivir los valores humanos de todo lo que he vivido aquí es lo más importante de este viaje”, subraya. Por eso, aunque el camino hacia la cima aprieta, promete regresar a Sama en el descenso y dedicar al menos un par de días completos a convivir de nuevo con sus amigos. Un compromiso que habla tanto de la montaña como del hombre que nunca ha separado la cumbre de las personas que la rodean.

Campo base: empieza lo serio

Desde Sama, quedaba un tirón de más de mil metros de desnivel hasta el campo base. “Ahora solo dependemos de nuestras piernas y experiencia para disfrutar lo máximo de esta bella ascensión”, remata Soria, consciente de que el Manaslu exige moverse lo justo entre ventanas de estabilidad y riesgo de avalanchas.

Cumbre o no, el mensaje de Carlos Soria es el de siempre. Los sueños no caducan, ni siquiera cuando la edad parece querer imponer sus propias reglas, siempre que haya salud para seguir persiguiéndolos.

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  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski