Cómo fue la ascensión al Manaslu de Carlos Soria con 86 años

Cómo fue la ascensión que cierra el círculo de Carlos Soria en el Manaslu

Análisis

En memoria de la Expedición al Manaslu 1975

Ascensión nocturna desde C3 con oxígeno y descenso muy duro por golpes en la pierna y la prótesis de la rodilla izquierda que limitaba la flexión; evacuación en helicóptero desde C3, a 6.800 metros, tras cumplir el objetivo y evitar riesgos al equipo

Carlos Soria en la cima del Manaslu
Carlos Soria y Mikel Sherpa en primer término en la cima del Manaslu . (Copyright/ Luis M Soriano)

A las cinco de la madrugada del 26 de septiembre, con el primer resplandor del amanecer sobre el Himalaya, Carlos Soria alcanzó la cima del Manaslu 8.163 m. Lo hizo acompañado por Mikel Sherpa, Nima Sherpa, Phurba Sherpa y el cámara Luis Miguel López Soriano, con Pedro Mateo apoyando desde el campo base. Para Soria, de 86 años, no fue solo una cumbre más. Fue un regreso cargado de memoria a la montaña que en 1975 protagonizó la primera ascensión española a un ochomil principal, una historia que él vivió en primera persona.

panorámica desde la cima del Manaslu
Soberbia panorámica desde la cima del Manaslu a 8.163 metros con el Himalaya al amanecer. (Copyright/ Luis M Soriano)

Entonces no hizo cima, pero la alcanzaría años más tarde, en 2010 y con 71 años. Conviene precisar qué significa “primera ascensión española a un ochomil principal”. Antes, el 29 de abril de 1974, Jordi Pons, Josep Manuel Anglada y Emili Civís coronaron el Annapurna Este, 8.026 mcima secundaria del macizo- sin oxígeno y sin apoyo de sherpas, un hito que abrió las cumbres de ocho mil metros al alpinismo español. La expedición de 1975 al Manaslu fue, en cambio, la primera cima española en la cumbre principal de uno de los catorce ochomiles.

Ventana nocturna hacia la cumbre

El día de cima empezó mucho antes del amanecer. El equipo salió del campo II 6.400 m rumbo al campo III 6.800 m, donde descansaron apenas unas horas. A las 16.30 reanudaron la marcha con una tirada continua de doce horas por la arista y las laderas heladas que conducen al plató somital. Fue una progresión nocturna, larga y exigente, pensada para cuadrar ventana de buen tiempo y estado de la ruta.

Soria se puso oxígeno a partir del campo III, una decisión práctica y transparente en esta etapa de su vida de alpinista. El plan funcionó. Con las primeras luces todo el equipo pisó la cima. No hubo épica impostada. Hubo silencio, emoción y la sensación de un círculo que se cierra medio siglo después.

Descenso con dolor y decisión

La bajada fue otra historia. Entre el campo IV y el campo III, en la sección más técnica y vertical, Soria se golpeó varias veces la pierna izquierda, la misma que arrastra secuelas de fracturas en el Dhaulagiri y sobre unaprótesis en la rodilla izquierda que limita la flexión y que lleva desde octubre de 2018. El dolor convirtió el descenso en un ejercicio de resistencia. Ya en campo III el equipo optó por evacuar en helicóptero para evitar que el daño derivara en un incidente mayor que comprometiera su seguridad y la del grupo. Fue una decisión fría y sensata tras haber cumplido el objetivo.

Manaslu Carlos Soria
Carlos Soria ascendiendo al Manaslu. (Copyright/ Luis M Soriano)

Un día después, el 27 de septiembre, todo el equipo estaba a salvo al pie de la montaña. Quedaban las huellas de una ascensión rápida y bien medida y la certeza de haber honrado a los compañeros del Manaslu 1975. Soria llegó a esta cima tras un verano en el que un cardiólogo le sustituyó una válvula cardíaca muy estrechada, intervención que le permitió respirar mejor. Ya en expedición se le rompió una prótesis dental, con las molestias lógicas para ingerir alimentos en altura. Con su naturalidad habitual, resumió el espíritu del viaje. No vino a batir récords, por más que el dato impresione, vino a celebrar una vida en las montañas.

Regreso con memoria y comunidad

La expedición tuvo también una dimensión humana que va más allá del alpinismo. Soria volvió a Sama, el pueblo al pie del Manaslu al que está unido desde hace décadas, donde colaboró en su escuela y donde la comunidad lo recibió como a un vecino. Ese vínculo explica parte de la fuerza que lo empuja todavía a seguir soñando con cumbres y a volver a escalar en casa en la Pedriza o en Gredos.

Hubo pocos adornos y mucha honestidad. Un plan austero y eficaz desde C2 a C3, un empuje nocturno a cumbre, una gestión realista del oxígeno, un descenso protegido cuando tocaba. La montaña se sube con cabeza y con equipo, y aquí ambas cosas encajaron. Por eso esta cima, además de histórica y simbólica, es sobre todo coherente con la forma en que Carlos Soria entiende el alpinismo.

No es dogma la polémica que sobra

Qué sería del alpinismo sin árbitros de sofá midiendo la épica con un metro láser. Carlos Soria hace cumbre en el Manaslu, desciende hasta C3 con la pierna castigada y sale en helicóptero para no convertir una lesión en problema mayor. Y empieza el sudoku de siempre. Tras conocerse la evacuación en helicóptero desde C3 se ha desatado una polémica estéril que carece de sentido.

Que si BC-cima-BC o no cuenta, que si manual del purismo versión 7.3, que si cuerda fija sí o no. Mientras tanto, la cima está hecha y el homenaje de 50 años también. Noticias frescas no hay VAR en los ochomiles. Lo de “no cuenta” es una norma de estilo, no una ley de la física. Seguridad primero no es trampa es sentido común.

Transparencia total con el itinerario y el horario, decisión prudente en el descenso, equipo contento y objetivo cumplido. El resto son ganas de polemizar.  Si alguien quiere cerrar el BC-BC, adelante y bravo.

Descontar mérito a quien pisa la cima con 86 años y evita una lesión mayor suena más a ansias de bronca que a ética. Aquí contó lo esencial subir bien, bajar mejor y vivir para contarlo. Lo demás es polemizar por deporte.

  • Newsletter Turiski

    Recibe cada jueves toda la actualidad outdoor en tu correo electrónico.

  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski