Jordi Pons y el primer ochomil vasco: Dhaulagiri 1979

Así fue el día que Jordi Pons gritó: “¡Es hora de tirar hacia arriba!” en el Dhaulagiri

Reportaje

El 12 de mayo de 1979, la expedición catalano-navarra logró la primera ascensión vasca y navarra a un ochomil al coronar el Dhaulagiri (8.167 m). Hicieron cumbre Iñaki Aldaya, Gerardo Plaza, Xabier Garayoa, el sherpa Ang Rita y Jordi Pons, que firmaba su segundo ochomil

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Dhaulagiri
La expedición catalano-navarra, superando los seracs del Dhaulagiri durante la ascensión por la ruta del espolón noreste. (Copyright/Arxiu Pons)

Jordi Pons, 92 años, memoria viva de una gesta irrepetible, revive para Turiski una de las grandes páginas del alpinismo español: el primer ascenso estatal al Dhaulagiri y el primer ochomil alcanzado por montañeros vascos y navarros. Fue el 12 de mayo de 1979, cuando una expedición catalano-navarra logró alcanzar la cumbre de la imponente “montaña blanca” del Himalaya. Con sus 8.167 metros, el Dhaulagiri es la cima más alta de un macizo de cinco picos y el único de ellos que supera los 8.000. Su nombre proviene del sánscrito Dhavali giri y fue, además, el penúltimo de los catorce ochomiles en ser coronado, en 1960.

Aquel día, la expedición española se convirtió en la séptima del mundo en pisar su cima, siguiendo la histórica ruta del espolón noreste. Lo hicieron sin oxígeno artificial, entre vientos salvajes, nieve profunda y una convicción inquebrantable. Y entre ellos, Jordi Pons.

Dhaulagiri
El majestuoso Dhaulagiri (8.167 m) se alza imponente sobre el Himalaya nepalí, conocido como la “montaña blanca” por los pueblos del valle. (Copyright/Jaume Altadill)

Una vida entre cumbres y valores

Casi medio siglo después, su voz, serena y lúcida, nos conduce de nuevo por aquella travesía. No como una historia de conquista personal, sino como un logro compartido, fruto del entendimiento entre territorios y del compromiso con una forma honesta de hacer montaña. Porque hay cumbres que solo se alcanzan en equipo.

Y esta, sin duda, fue una de ellas. “En 1979, junto con tres compañeros catalanes —Jordi Colomer, Ramón Bramon y Joan Massons— conseguimos el permiso para escalar el Dhaulagiri, una montaña que solo contaba con seis expediciones exitosas. El reto era enorme.” Así comienza su relato, con la serenidad de quien no necesita medallas. Su legado no está en los trofeos, sino en las rutas abiertas, en las personas inspiradas y en una manera de entender la montaña donde el equipo importa más que el logro individual. Desde el Annapurna Este al Makalu, pasando por el Fitz Roy y aquel inolvidable Dhaulagiri, la vida de Jordi Pons es una travesía entre cumbres y valores.

Dhaulagiri
El Campamento III de la expedición catalano-navarra al Dhaulagiri en 1979 estaba situado aproximadamente a 6.800 metros de altitud. (Copyright/Arxiu Pons)

Una expedición de necesidad y compromiso

La expedición de 1979 nació de una necesidad mutua: los catalanes tenían el permiso, pero no los recursos. Los navarros, liderados por Gregorio Ariz, contaban con la logística, el empuje… y una convicción compartida. La montaña los unió. Y juntos, escribieron historia. Pons recuerda que “yo acababa de volver del Fitz Roy, y casi sin tiempo ni para lavar la ropa, rumbo a Nepal otra vez.” Era su segunda oportunidad de tocar el cielo. En 1974, ya había coronado el Annapurna Este junto a José Manuel Anglada y Emili Civis, firmando la primera cima de un ochomil alcanzada por una expedición española, y también la primera catalana.

El Dhaulagiri se presentaba, sin embargo, más salvaje, más esquivo. “Caminamos 18 días en la marcha de aproximación. Eso nos permitió convivir con la gente del país, ayudarlos, curarlos y compartir con ellos. Eso es lo que más me importa de las expediciones. Es lo que deja huella.” 

Jordi Ponsd Dhaulagiri
El campamento IV, a 7.600 metros, fue la última etapa de la expedición antes del asalto final a la cumbre del Dhaulagiri. (Copyright/Arxiu Pons)

Saudan, las tensiones y la montaña de las tormentas

En Katmandú surgió un conflicto inesperado. Sylvain Saudan, el célebre esquiador extremo apodado “el esquiador de lo imposible”, pretendía descender el Dhaulagiri con esquís, sin tener permiso oficial. Hubo que negociar. “Tuvimos muchos problemas de convivencia, pero finalmente, los que recibimos la autorización para continuar fuimos los catalanes y los navarros.”  Superado el obstáculo, la expedición progresó lentamente en altura. Se instalaron cinco campamentos de altura. El viento era brutal. El Dhaulagiri, conocido por los sherpas como la montaña de las tormentas, no perdonaba. “Muchísimo viento. En el campo cinco, el día 11 de mayo, llevábamos 48 horas sin poder movernos. Pero, a medianoche del 12, el viento se detuvo de repente. Fue esa calma lo que me despertó. Grité: ‘¡Amigos, ya es hora de tirar hacia arriba!’” 

Hacia la cumbre del Dhaulagiri: sin oxígeno

A las dos de la madrugada del 12 de mayo, con el silencio como aliado, comenzó el asalto. El viento regresó, pero ya estaban en marcha. “Se ve en la película que grabé con una cámara de 16 mm, pesada como un demonio. En una secuencia, Iñaki Aldaya queda rodeado por una nube de nieve. Pero seguimos.” Doce horas más tarde, tras sortear el couloir final, la cima era suya. “A las tres de la tarde alcanzamos el Dhaulagiri. Era la séptima expedición exitosa y la primera estatal. Para mí, una de las cimas más duras del Himalaya.” 

Avalancha y despedidas

La cima fue solo la mitad del viaje. En el descenso, la tragedia golpeó cerca. El campamento vecino, el de la expedición franco-suiza de Saudan, sufrió una avalancha. “Una de las tiendas fue arrastrada. Murieron tres personas. Saudan salvó la vida porque cortó la tienda con un cuchillo y escapó con su pareja y un sherpa.” 

Una cima de verdad

Jordi Pons recuerda ese 12 de mayo como se recuerda un nacimiento: con dolor, con orgullo y con la certeza de haber hecho algo grande. “El Dhaulagiri es una montaña preciosa, pero también muy difícil. Y si no, que lo digan los muchos intentos fallidos. Lo nuestro fue, sobre todo, una cima compartida. Como deben ser las cumbres que de verdad valen la pena.”

Jordi Pons Dhaulagiri
Jordi Pons, en la cumbre del Dhaulagiri, despliega una pequeña senyera en una imagen icónica del alpinista catalán.
(Copyright/Arxiu Pons)

Y si alguien puede dar fe de esa dificultad, es Carlos Soria, otro veterano del alpinismo español, que ha intentado sin éxito alcanzar su cumbre en quince ocasiones. En la última, estuvo a punto de perder la vida tras sufrir una fractura por debajo de la rodilla de la pierna derecha, a siete mil metros de altitud. Una muestra más de que el Dhaulagiri, incluso hoy, sigue siendo una montaña que no se regala.

Hablar con Jordi Pons es abrir un libro donde cada página huele a altura, compañerismo y verdad. No necesita adornos ni heroicidades; sus palabras bastan para iluminar una época en la que la montaña se vivía con sencillez, pero con una profundidad que hoy resuena más que nunca.

Prometemos seguir recordando aquellas cumbres, aquellas tormentas y aquel espíritu… con él. Porque mientras Jordi Pons siga compartiendo su memoria, el alpinismo seguirá teniendo una voz que nos recuerda por qué empezamos a subir montañas.

Los datos de la expedición catalano-navarra rumbo al Dhaulagiri

La expedición que alcanzó la cima del Dhaulagiri el 12 de mayo de 1979 fue un ejemplo de colaboración entre territorios. Estuvo formada por 18 alpinistas, 14 navarros y 4 catalanes, que unieron fuerzas, recursos y experiencia para enfrentarse a una de las montañas más exigentes del Himalaya.

Montañeros catalanes: Jordi Pons, Jordi Colomer, Ramón Bramona y Joan Massons.
Montañeros navarros: Iñaki Aldaya, Javier Garayoa, Gerardo Plaza, Ángel Irigoyen, Ángel Martínez, Javier Garreta, José Ignacio Ariz, Agustín Setuain, Trinidad Cornellana, Juan María Eguillor, Mari Abrego, Javier Sorozábal y Pilar Ganuza.
Jefe de expedición: Gregorio Ariz.


Aproximación y campamentos

Tras partir de Katmandú el 10 de marzo y resolver un conflicto con el esquiador Sylvain Saudan, la expedición inició una larga marcha de aproximación con 250 porteadores, transportando 7.000 kilos de material por el valle del río Myagdi Khola hasta el campo base, situado a los pies de la cara norte del Dhaulagiri.

Campamentos de altura:
Campo base (4.800 m), Campo I (5.150 m), Campo II (5.760 m), Campo III (6.800 m aprox.), Campo IV (7.200-7.300 m aprox.), Campo V (7.600 m).

Desde el Campo V, el 12 de mayo a las 3:00 de la madrugada, partió el grupo de ataque final. Planeaban ascender por la pared norte hasta el couloir final, pero la gran acumulación de nieve por el viento e los obligó a cambiar de estrategia y subir en línea recta hacia la cresta somital, una ruta más laboriosa y expuesta, pero más segura en esas condiciones. Alcanzaron la cima a las 14:00 horas sin oxígeno artificial: Iñaki Aldaya, Javier Garayoa, Gerardo Plaza, Jordi Pons y el sherpa Ang Rita. A la vuelta, Iñaki Aldaya tuvo que ser tratado en Katmandu de congelaciones en las manos. 

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  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski