Hay días que nacen con un cosquilleo especial en el estómago, y no solo por haber madrugado tanto. Esa mezcla de ilusión, respeto y ganas de superarse que acompaña a las grandes citas del calendario cicloturista. Así comenzaba mi jornada en la Terra de Remences, donde decidí afrontar el recorrido largo: 172 kilómetros con 2700 metros de desnivel positivo. Una marcha cicloturista de carácter popular que recorre comarcas tan espectaculares como la Garrotxa, el Ripollès y Osona.
Alrededor de 2.000 ciclistas tomamos la salida en esta cicloturuista circular organizada por el Club Ciclista Bas, con salida y llegada en Sant Esteve d’en Bas. La prueba de cicloturismo tuvo lugar el pasado 10 de mayo, en una jornada que prometía ser complicada por la meteorología.

La previsión meteorológica era incierta, con posibilidad de lluvia. Por ello, la estrategia inicial era completar el primer bucle -el recorrido corto de 100 km- y decidir en Sant Esteve si continuábamos o no. Pero el día amaneció perfecto para pedalear, con temperaturas suaves y sin lluvia, así que no hubo excusas para no lanzarse a por la ruta completa.
Salida a buen ritmo… pero sin vatios
A las ocho de la mañana se dio la salida puntualmente. Aún adormilado tras haberme levantado a las cinco de la madrugada, me di cuenta enseguida de un contratiempo importante: la pila del medidor de potencia estaba agotada. Sin vatios, tocaba volver a confiar en las sensaciones, como antaño, algo arriesgado en una ruta tan larga donde la gestión del esfuerzo es crucial.
Los primeros 16 km, hasta Hostalnou de Bianya, discurrieron entre llano y suave descenso, ideales para calentar piernas. A partir de allí comenzaba la primera dificultad del día: el puerto de Capsacosta (862 m), con 8 km al 5% de pendiente media. Subimos sin cebarnos pero con decisión, sabiendo que engancharse a un grupo delantero es clave en este tipo de marchas para mantener una buena media en los tramos llanos. Y así fue: hasta Ripoll, donde finalizaba este primer tramo, llevábamos una media de 31,6 km/h.

Lecciones aprendidas
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y consejos
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Coll de Canes y decisión tomada
Desde Ripoll nos enfrentamos al Coll de Canes (1.120 m), un puerto de 14,5 km y pendiente media del 2,5%. Este dato engaña, ya que incluye una zona intermedia de bajada; en realidad, las zonas de ascenso rondan el 4–4,5%. Las sensaciones seguían siendo buenas y no hice paradas en los dos primeros avituallamientos: llevaba dos bidones y tres geles, más que suficiente hasta ese punto.
Coronado el Coll de Canes, iniciamos el descenso hacia Sant Esteve d’en Bas. Con 95 km acumulados y tres horas de pedaleo, marcábamos una media de 31,9 km/h. El cielo seguía estable, así que sin dudarlo decidimos continuar con el recorrido largo.

Bracons: el puerto que no perdona
Empezaba lo serio: el Coll de Bracons (1.132 metros) , puerto de 1ª categoría con 8,5 km al 8%. Aquí el pelotón se rompía, el rebufo ya no servía de nada y cada ciclista subía a su ritmo. Este era el único puerto del día que conocía, pues lo había hecho seis años atrás con una BTT. Pero a medida que avanzaba, veía que mis referencias de entonces no se cumplían: iba más lento pese a estar adelantando ciclistas. La realidad es que seis años más joven y con las piernas frescas todo era más fácil.
Coronado Bracons, paré por primera vez: dos minutos para tomarme un plátano y rellenar bidones en el avituallamiento de la cima. Tocaban ahora 25 km de bajada hasta Manlleu, con algún repecho traicionero. En uno de ellos, los aductores me empezaron a avisar con señales de calambres.

Última prueba: el Coll de Condreu
Quedaban 45 km y el último gran reto: el Coll de Condreu (1.020 m), también de 1ª categoría, repartido en dos partes: 14 km hasta Cantonigròs y 3 km finales hasta la cima. Los geles que me quedaban, sumados al ánimo y compañerismo de otros participantes, me ayudaron a superar los primeros síntomas de calambres. A ritmo constante, conseguí coronar sin contratiempos graves.
La bajada final hasta Sant Esteve d’en Bas fue un regalo para los sentidos: curvas encadenadas entre bosques, luz tamizada entre las copas de los árboles y esa mezcla de alivio, orgullo y fatiga acumulada que solo entiende quien ha exprimido cuerpo y mente al máximo. Cuando crucé la meta, el nudo en la garganta no era solo cansancio. Era emoción pura.

Valoración final
Una marcha perfectamente organizada, con un trazado que enamora por su variedad, belleza y dureza. No es solo un reto físico. Es un recorrido que te pone a prueba, inspira y se recuerda con orgullo. Como punto a mejorar, en los dos últimos avituallamientos eché en falta geles. Sólo había gominolas, que en esos momentos críticos aportan muy poco.
En resumen, una experiencia exigente pero inolvidable. La Terra de Remences sigue siendo una cita imprescindible en el calendario cicloturista.
Itinerario de la Cicloturista Terra de Remences
Ficha técnica de la ruta cicloturista Terra de Remences | |||
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Tipo de ruta Circular (Carretera) |
Distancia 172 km |
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Desnivel + 2.700 m |
Desnivel – 2.700 m |
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Altitud máxima 1.132 m |
Altitud mínima 545 m |
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Dificultad Alta |
Tiempo estimado 6 h 10 min |
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Punto de inicio Sant Esteve d’en Bas |
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Track GPS
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