Guillem Monroset, el pister que abre y cierra Vallter cada día

Guillem Monroset, el jefe de pisters que abre y cierra Vallter cada día

Entrevista

Profesionales de la nieve

Guillem Monroset coordina al equipo de pisters de Vallter y toma cada día las decisiones clave de seguridad y operativa, desde la apertura y el cierre de pistas hasta la respuesta ante accidentes y cambios de meteorología

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Guillem Monroset, jefe de pisters de Vallter,
Guillem Monroset, jefe de pisters de Vallter, preparándose para una jornada de control de pistas y seguridad antes de la apertura. (Copyright/Txema Trull)

Guillem Monroset (Barcelona, 1982) es el jefe de pisters de Vallter, una figura clave en la trastienda de cualquier estación de esquí y montaña. Llegó en 2006 y empezó en los remontadores, hasta dar el salto al equipo de pistas, donde la técnica, la seguridad y el criterio se ponen a prueba cada día. Con formación específica y experiencia acumulada temporada tras temporada, coordina la apertura y el cierre de pistas, la respuesta ante accidentes y la toma de decisiones cuando la meteorología manda. En esta entrevista habla de vocación, protocolos y presión, pero también de esa atracción difícil de explicar que, en su caso, siempre tuvo nombre propio. La nieve.

Guillem Monroset jefe de pistas de Vallter
Guillem Monroset, jefe de pisters de Vallter, coordina la apertura de pistas tras la primera revisión de seguridad del día. (Copyright/Txema Trull)

– ¿Recuerdas tu primera experiencia esquiando y dónde fue? ¿Qué fue lo que te cautivó de aquel momento?

– Tengo recuerdos bastante vagos de mi primera experiencia esquiando en Baqueira, cuando debía tener unos tres años. Me ponían unos esquís atados a los pies y me arrastraban un poco por la nieve. Luego me dejaban en la guardería mientras mis padres iban a esquiar, a menudo con los primos. De hecho, de aquella etapa conservo pocos recuerdos. Los recuerdos más claros ya son más adelante, de adolescente, cuando íbamos a La Molina con la escuela, o con mis padres y los primos hacia la Cerdanya. Y más tarde, con los amigos, ya hacíamos escapadas a los Alpes. No sabría decir exactamente qué me cautivó de aquel primer momento, pero siempre he sentido una especie de atracción por la nieve.

Seducido por la nieve
«Siempre he sentido una especie de atracción por la nieve.»

– ¿Cómo nació tu pasión por la nieve y qué te llevó a convertirla en tu profesión?

De joven, cuando íbamos a la montaña y a esquiar con los colegas, muchas veces no teníamos mucho dinero y subíamos a pie con raquetas, nos las apañábamos como podíamos y nos quedábamos por la zona. La nieve siempre me ha tirado mucho. Después de estudiar en Barcelona terminé Empresariales, pero no era algo que me llenara. Cuando vi que no sabía muy bien hacia dónde tirar, pensé que, si me gustaban la nieve y la montaña, lo más lógico era intentar trabajar en ello. Envié currículums a varios sitios y me llamaron de Vallter. Eso fue en 2006, y desde entonces aquí seguimos.

Al principio solo hacía temporadas de invierno. Más adelante ya me quedé todo el año y, durante unos tres años, incluso doblé temporada con un compañero, yendo a Chile a hacer la temporada de invierno allá cuando aquí era verano.

Pisters Vallter
Trabajo en equipo en Vallter. Los pisters se reparten tareas y trazan el plan de jornada antes de la entrada de los primeros esquiadores. (Copyright/Txema Trull)

Convertir la pasión en oficio
“Como me gusta la nieve y la montaña, decidí enviar currículums.”

– Tu inicio en el trabajo fue en los remontes en 2006. ¿Qué te llamó la atención del trabajo de los pisters que te motivó a hacer el cambio?

Cuando vine en 2006, el primer año empecé en los remontes, llevando un telesilla. Y, claro, veía a los pisters arriba y abajo, moviéndose por toda la estación, resolviendo situaciones, haciendo un trabajo muy dinámico. Yo, en cambio, estaba fijo en el remonte y me quedaba con la sensación de querer hacer un trabajo más activo. Lo comenté con el jefe y le pregunté si al año siguiente habría alguna vacante o posibilidad. Me dijo que sí, me enviaron a hacer el curso de primeros auxilios y luego hice el curso de píster, de la ACEM en Baqueira. El segundo año ya entré como píster y fue un cambio muy bueno. Es un trabajo duro, pero muy bonito.

El cambio de rol
“Veía a los pisters arriba y abajo y pensaba que yo también quería hacer ese trabajo.”

– ¿Cuáles han sido los principales retos que has encontrado en el camino hasta llegar a ser Jefe de Pisters?

No es que tuviera como objetivo llegar a jefe de pistas, ni que siguiera un camino con retos marcados. Simplemente, vas repitiendo año tras año y, a menudo, al final de temporada, hay gente que busca un trabajo más estable y lo deja. Yo continué, y también coincidió con una etapa en la que Vallter fue cambiando de estructura. Se profesionalizó, se sectorizó más la organización y, poco a poco, me fueron dando más responsabilidades hasta que me propusieron ocupar el cargo. Es un rol de responsabilidad, pero cuando llevas años de experiencia, al final todo sale de una forma bastante natural.

Pisters Vallter
Un rescate en pistas exige cabeza fría y método. El equipo de pisters prepara el material y asegura el itinerario para evacuar a un accidentado. (Copyright/Txema Trull)

Asumir responsabilidades
“Con los años y la experiencia, todo sale de forma muy natural.”

– Dispones del título francés de pister, reconocido internacionalmente. ¿Qué supone para ti tener esta acreditación y cómo ha influido en tu manera de trabajar?

Este título, cuando eres píster, es casi un sueño. Es una de las acreditaciones más reconocidas y, aquí en Catalunya o en España, no tenemos una formación tan reglada y reconocida como en el extranjero. Hice el proceso de acceso en Andorra, con pruebas exigentes. Había un gigante en un tiempo determinado y, sobre todo, una prueba técnica que era la más complicada, con una bajada fuera de pista en Ordino de unos 300 o 400 metros de desnivel. Recuerdo que había jueces repartidos por todo el recorrido y que, de más de cien aspirantes, pasaron muy pocos.

Luego viene el curso, que duró aproximadamente un mes, con muchos casos prácticos, simulaciones de accidentados y formación específica del trabajo de píster. Yo también había hecho el curso argentino en Cerro Chapelco, aprovechando un viaje cuando íbamos a Chile.
A nivel de forma de trabajar, esta formación te profesionaliza. Te hace interiorizar protocolos y te lleva a actuar de una manera más segura y ordenada, especialmente en rescates y situaciones delicadas.

pisters Vallter
Los pisters trabajan fuera de foco, pero aparecen cuando de verdad se les necesita, en pistas y en los momentos críticos. (Copyright/Txema Trull)

Profesionalizar el trabajo
“Te hace trabajar siguiendo protocolos y de una forma más segura.”

– ¿Cómo es un día típico en tu trabajo durante la temporada de invierno? ¿Hay espacio para la rutina o cada jornada es diferente?

Cada día es diferente, aunque hay una base de rutina. Abrir pistas y cerrar pistas forma parte del día a día, igual que algunas tareas más administrativas, como planificaciones y organización.
Lo que realmente cambia son las situaciones que te vas encontrando, sobre todo con accidentados. Las lesiones suelen repetirse, rodillas, hombros, golpes, pero el contexto nunca es exactamente el mismo, y a menudo tienes que adaptarte e improvisar para actuar de la mejor manera posible.

Además, la meteorología cambia constantemente y condiciona mucho la jornada. Tienes rutina, sí, pero también una parte importante de incertidumbre. Y en eso ayuda mucho tener un equipo de pistas sólido, con gente que lleva tiempo trabajando junta y que se entiende bien.

Rutina e imprevistos
“Hay rutina, pero las situaciones cambian cada día.”

– ¿Qué cualidades consideras esenciales para ser un buen pister? ¿Y qué valores intentas transmitir al equipo?

La primera cualidad es el trabajo en equipo. En rescates y en atención a accidentados no hay margen para ir por libre, hay que coordinarse bien y tener predisposición a ayudar y dejarse ayudar.
También es esencial tener un buen nivel de primeros auxilios y conocimientos de rescate en montaña. Y, evidentemente, un nivel de esquí excelente, porque debes poder bajar por cualquier terreno y, si hace falta, con camilla. A esto se suma una buena condición física y resistencia, porque es un trabajo exigente.

Y luego está la parte más humana, vocación y actitud con el cliente. Hay que mantener la calma, ser empático y comunicar bien, especialmente cuando la persona está asustada o tiene dolor.
Al equipo intento transmitir sobre todo cultura de seguridad, responsabilidad, comunicación clara, humildad y formación continua. Y también compañerismo, porque cuando la temporada es larga, el grupo lo es todo.

Pisters su trabajo en una estación de esquí
Un pister debe estar preparado para intervenir en rescates y, antes de que lleguen los esquiadores, revisa la señalización y el balizamiento para minimizar riesgos en los puntos más delicados del dominio. (Copyright/Txema Trull)

La vocación y el equipo
“En rescates y accidentados, trabajar en equipo es imprescindible.”

¿Has vivido situaciones límite o especialmente intensas como pister? ¿Cómo se gestiona la presión en momentos críticos?

Sí, se viven situaciones intensas, y cada persona las gestiona de manera diferente. En Vallter, sinceramente, no es de las estaciones donde encontramos más accidentados graves, pero cuando pasa, el impacto es igualmente fuerte. Sé que hay estaciones con mucha más carga de accidentes donde, incluso, tienen apoyo psicológico para el equipo después de casos graves, como pasa también en servicios de emergencias.

En el momento crítico, cuando tienes a una persona que necesita ayuda, entras en modo trabajo. Es como si, de manera automática, levantaras una barrera emocional y te concentras en lo que hay que hacer, paso a paso, y en hacerlo bien.
La parte difícil suele llegar después. Cuando terminas, cuando llegas a casa, es cuando aparecen los pensamientos y las emociones. Y ahí ayuda hablarlo, tener apoyo del equipo y saber que, si has actuado de la mejor manera posible, has hecho lo que tocaba.

Lo que marca la diferencia
“Formación continua, buena condición física y una actitud de equipo, humilde y proactiva.”

– ¿Qué consejo darías a alguien joven que quiere empezar a trabajar en una estación de esquí y formar parte de un equipo de pisters?

Lo primero es animarle, pero también decirle que se lo tome en serio. Priorizar la formación y la formación continua, tanto en primeros auxilios como en rescate en montaña. Y, obviamente, trabajar el nivel de esquí, porque es la base operativa del trabajo.
También le diría que mantenga un buen estado físico, porque es un trabajo duro y muy exigente, y que conozca bien la estación y el terreno, porque la montaña no perdona la improvisación.

Y, finalmente, actitud personal. Positividad, humildad, trabajo en equipo, iniciativa y proactividad. No esperar solo a que te digan qué hacer, sino ir un paso más allá, con buena predisposición, buen humor y espíritu de compañerismo.

Equipamiento de trabajo Helly Hansen

El equipo de montaña de Vallter, como el del resto de estaciones de FGC, utiliza ropa técnica de Helly Hansen como equipamiento de trabajo en su operativa diaria. En concreto, se trata de prendas de la línea profesional Helly Hansen Workwear, diseñada para entornos exigentes y jornadas largas a la intemperie, donde priman la protección, la tecnología y la durabilidad.

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  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski