Karl Egloff renunció a su intento de récord en el Everest.

Karl Egloff se retira en el Everest y renuncia al récord sin oxígeno: “La montaña no nos recibiría”

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Karl Egloff Everest
Poco antes del Campamento 3, a 7.000 metros, los vientos de más de 80 km/h obligaron a Karl Egloff a renunciar al récord sin oxígeno. (Copyright/KE)

Karl Egloff renunció a su intento de récord en el Everest. El ecuatoriano-suizo, uno de los atletas más respetados del planeta en ascensos extremos, estaba preparado para afrontar el gran reto de su carrera: establecer el Fastest Known Time (FKT) en el Everest (8.848 m) sin oxígeno suplementario. Pero en alta montaña, los planes los dicta el cielo, no el cronómetro. “Sabíamos desde hace una semana que ningún día era bueno para ascender y descender en una sola jornada debido a los vientos y las temperaturas que se han mantenido constantes durante toda la temporada”.

Un reto de altura con décadas de historia

El objetivo de Egloff era superar la histórica marca de 20 horas y 24 minutos, establecida por Kaji Sherpa en 1998, el registro más rápido conocido de ascenso al Everest desde el campamento base sin oxígeno suplementario. Diez años antes, en 1988, el francés Marc Batard ya había logrado una proeza similar, alcanzando la cima en 22 horas y 29 minutos, también sin oxígeno y en menos de un día. Durante una década, su hazaña fue considerada casi inalcanzable, hasta que Kaji elevó el listón a un nivel aún más exigente. Desde entonces, nadie ha conseguido mejorar ese tiempo, y el reto se mantiene como uno de los más duros del himalayismo contemporáneo.

Karl Egloff: «la cumbre no es el objetivo, sino volver a casa» 

Consciente de las limitaciones impuestas por la meteorología, Egloff apostó por una pequeña ventana, frágil y breve, en busca de una oportunidad casi simbólica. Acompañado únicamente por su intuición y experiencia, emprendió la marcha desde el campamento base, atravesando la noche en solitario. “Buscamos una última pequeña ventana que nunca me dio confianza por lo impredecible y breve que parecía. Partí con la confianza de ir paso a paso, observando, avanzando durante la noche, campamento tras campamento”.

Karl Egloff récord Everest
Karl Egloff, en el campamento base del Everest, horas antes de iniciar su intento de récord sin oxígeno hasta la cumbre. (Copyright/KE))

Durante el ascenso, el cuerpo comenzó a hablar. El ritmo se volvió lento. Las señales se acumulaban. Y en un momento decisivo, Egloff supo que no era el día. “Al pasar el campamento 2 empecé a sentir la altitud y mi ritmo se ralentizó. Mientras subía solo toda la noche hacia el campamento 3, decidí tomar la decisión de bajar; tenía el presentimiento de que la montaña no nos recibiría, una mala sensación”.

Único intento a la cima del Everest

Su descenso nocturno estuvo acompañado por una intensa nevada. Y al mirar atrás, la evidencia fue brutal: lo que pudo ser un intento de récord pudo haber terminado en tragedia. “Sentía que en cualquier momento se asentarían los vientos amenazantes. Es difícil tomar la decisión, pero siempre hay que saber escuchar, y por eso me siento feliz. Bajé directamente durante toda la noche hasta llegar al campamento base, bajo una intensa nevada en el descenso, y cuando me giré y vi la cumbre a lo lejos, mi premonición se cumplió con vientos de más de 80 km/h, los cuales son intolerables para alguien sin el uso de oxígeno artificial”.

Karl Egloff Everest
El Everest desde el campamento base, oculto entre la niebla: una presencia imponente incluso cuando decide no mostrarse. (Copyright/KE)

50 días de respeto y gratitud

En esta partida, el Everest habló claro. No hubo margen. No hubo tregua. Solo lecciones. A veces, retirarse también es una forma de conquistar. Karl Egloff lo entiende mejor que nadie.“Nunca hubo un día perfecto y debemos aceptarlo. Por suerte, es la montaña quien decide, nosotros solo somos visitantes. Después de 50 días en Nepal, el lado sur cierra su temporada. La cumbre no es el objetivo, sino volver a casa en una sola pieza. Me voy con el corazón lleno por tantas personas maravillosas, tanto tiempo rodeado de gigantes y una cultura Sherpa que admiro profundamente”.

Y así se cierra este intento, sin récord, pero con una decisión que refleja criterio y respeto por la montaña. Karl Egloff no alcanzó la cumbre, pero demostró que, en la alta montaña, saber renunciar también es una forma de estar a la altura.

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  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski