Kilian Jornet está de vuelta. A sus 37 años, y con la mirada fría del que mide cada paso, el catalán ha elegido un único objetivo esta temporada: la Western States Endurance Run, la ultramaratón más antigua del mundo. Han pasado catorce años desde su última participación. En 2010 debutó con un meritorio tercer puesto, luchando contra la deshidratación. En 2011, se alzó con la victoria. Desde entonces, ni rastro. Hasta ahora.

El regreso del estratega
Tras varios meses apartado de la competición, centrado en su familia y el nacimiento de su tercer hijo, reapareció este marzo en la Chianti Ultra Trail, prueba del circuito UTMB celebrada en la Toscana. Allí, ante figuras de talla mundial como Jim Walmsley, Kilian demostró estar en forma al finalizar segundo y, sobre todo, logró uno de los codiciados Golden Tickets que abren la puerta a la Western States.
Pero su regreso no es un simple acto de nostalgia. Es un movimiento medido, simbólico y profundamente competitivo. Jornet sabe que en esta carrera no hay margen para la improvisación. Que cada milla bajo el calor californiano puede marcar la diferencia. Que la Western States es historia viva, y que volver a escribir su nombre en ella, después de una década prodigiosa de gestas en los Alpes, el Himalaya y los Pirineos, sería sellar un círculo perfecto.
Kilian Jornet mantiene una mirada que combina la reflexión serena con la emoción contenida; al menos, eso es lo que parece querer transmitir cuando convierte cada paso en la montaña en una forma de pensar el cuerpo, el tiempo y la vida.
KIlian Jornet: “Volver a los senderos de la Western States es como saludar a un viejo amigo”
La semana pasada, Kilian Jornet regresó a la competición en Estados Unidos con una cita especial dentro de su reducido calendario de trailrunning para 2025. Lo hizo en la Broken Arrow Ascent, la prueba vertical de la emblemática carrera californiana celebrada en Palisades Tahoe, Estados Unidos. El catalán, que no competía desde marzo, cruzó la meta en la posición 23.ª con un tiempo de 27:27, a casi cuatro minutos del ganador.
No entró en la lucha por los puestos de cabeza, ya que, como él mismo reconoció, sufrió problemas estomacales tras el viaje que le impidieron rendir al máximo. “El cuerpo no cooperó para ir a tope, ¡pero eso sucede en este deporte. Ahora, toca adaptarse y centrarse en el gran objetivo de la próxima semana.”
Ese gran objetivo, por supuesto, es la Western States 100, la legendaria carrera de 160 kilómetros que vuelve a disputar después de catorce años. Un regreso que, para Kilian, va mucho más allá del aspecto competitivo. Así lo expresó con emoción y perspectiva unos días antes de colocarse el dorsal. “Quince años después de mi primera visita a Estados Unidos, el viaje continúa. Desde mi llegada a Reno hasta el reencuentro con los senderos de California, cada paso aquí se siente como el saludo de un viejo amigo. Los bosques, las crestas, los recuerdos… todo permanece, tal como lo recordaba. Hay algo mágico en regresar después de tanto tiempo. Tal vez no se trate de recrear lo que ocurrió en 2010 y 2011, sino de escribir un nuevo capítulo en estos caminos atemporales.
“Lo que cuenta es la inercia que has construido durante años”
Más allá de los entrenamientos recientes o de la preparación específica, Jornet ofrece también una mirada profunda sobre el cuerpo, la biología y el paso del tiempo. Su enfoque va más allá del rendimiento inmediato: habla de evolución, de adaptación celular, de un trabajo que se gesta lentamente y que deja huella en el organismo. Así lo explicó. “Una de las cosas más interesantes que he comprendido es que la condición física pura no depende de lo que hayas estado haciendo el último mes o los últimos seis meses. Se trata de crear una inercia biológica, de los cambios en la biología de las células. Esa inercia que has ido generando durante años y que sigue mejorando con el tiempo. Así que lo interesante del entrenamiento es pensar a largo plazo, en cómo puedes generar estas adaptaciones que cambian tu epigenética*, que provocan un cambio en tu biología.”
La Western States: donde todo comenzó
Hablar de la Western States 100 es hablar del origen del ultrarunning moderno. Cada última semana de junio, el sendero que une Olympic Valley (antiguo Squaw Valley) con Auburn, en California, se convierte en un recorrido iniciático para 369 corredores seleccionados por sorteo. Son 100,2 millas –160,9 km– con 5.500 metros de desnivel positivo y temperaturas que pueden oscilar entre los cero grados en los pasos nevados y los 40 ºC en los cañones. Pero más allá de sus cifras, la Western States es leyenda por su historia.
En 1955, el visionario Wendell T. Robie demostró con cinco jinetes que era posible recorrer a caballo 100 millas en un solo día. De ahí nació la Tevis Cup. Dos décadas después, en 1974, un joven de 27 años llamado Gordy Ainsleigh se propuso hacer ese mismo trayecto… corriendo. Lo consiguió el 3 de agosto y en 23 hora y 42 minutos. Fue el primer finisher humano sin caballo, y así nació la Western States Endurance Run.
Los años salvajes (1974–1977): correr entre caballos
Antes de ser una carrera oficial, la Western States fue una aventura solitaria. Entre 1974 y 1977, solo unos pocos pioneros se atrevieron a recorrer los 160 km del sendero junto a los caballos de la Tevis Cup. Gordy Ainsleigh fue el primero en lograrlo, en 1974, sin dorsales ni avituallamientos organizados. En los años siguientes, otros como Ron Kelley y Ken «Cowman» Shirk siguieron su ejemplo. En 1977 se celebró la primera edición con estructura oficial. Sólo 14 corredores tomaron la salida, y tres lograron terminar. Aquel año se plantó la semilla del mito.
Desde entonces, la prueba ha sido un crisol de epopeyas y transformación. Pasó de ser un experimento a convertirse en una cita de culto. Los nombres de Ann Trason, Scott Jurek, Jim Walmsley o Courtney Dauwalter resuenan en sus senderos como íconos. También el de Kilian Jornet, que ahora busca reescribir su capítulo.
Retorno cargado de simbolismo
En la Western States, el tiempo importa, pero también la narrativa. Cada dorsal representa años de espera, esfuerzo y sacrificio. Para muchos, simplemente terminar por debajo del límite de 30 horas ya es una conquista personal. Quienes logran bajar de las 24 reciben el codiciado Silver Buckle, esa hebilla que no solo reconoce el rendimiento, sino que consagra el paso por un rito de iniciación.
Kilian Jornet ya posee una de esas hebillas. Pero ahora su objetivo es otro. Retarse a sí mismo en un escenario icónico, con la madurez de quien no necesita demostrar nada a nadie. No vuelve para coleccionar títulos. Vuelve para cerrar un círculo, para reencontrarse con sus propios orígenes y disfrutar, quizá, del impulso más honesto que le queda, correr por el simple hecho de hacerlo. Eso sí, cuando se coloque el dorsal competirá como siempre, para ganar.
¿Lo conseguirá? Solo su cuerpo y él tienen la respuesta. Y el sendero de la Western States, como siempre, los pondrá a prueba.
Recorrido de la Western States, una carrera implacableEl recorrido de la Western States puede parecer accesible para los estándares europeos –no hay altitudes extremas ni crestas vertiginosas–, pero su dureza se manifiesta en la acumulación, el calor, la estrategia y la gestión del cuerpo. Dividido en seis grandes secciones, el trazado atraviesa zonas de alta montaña, desfiladeros secos, pasos fluviales y kilómetros de soledad nocturna:
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*Epigenética: rama de la biología que estudia cómo factores externos, como la alimentación, el ejercicio o la edad, pueden activar o desactivar genes sin modificar el ADN, influyendo en la salud y, en algunos casos, heredándose.