Los Pirineos orientales fueron testigos de una de las tormentas más letales jamás registradas en esta zona del Pirineo catalán. El 30 de diciembre del año 2000, una violenta borrasca azotó la Vall de Camprodon, atrapando a varios grupos de montañeros en las cercanías del Balandrau (2.585 m). Lo que debía ser una jornada de esquí de montaña y excursionismo se convirtió en una pesadilla helada, con vientos huracanados y temperaturas extremas. Nueve personas perdieron la vida, la mayoría en las laderas del Balandrau, mientras que otras fallecieron en la zona del Gra de Fajol (2714 m), víctimas de un frío implacable y una tormenta que no dejó escapatoria.
Ahora, esta sobrecogedora historia real cobra vida en la gran pantalla con Balandrau, un largometraje de ficción dirigido por Fernando Trullols y protagonizado por Álvaro Cervantes, Bruna Cusí y Marc Martínez. Con un rodaje en escenarios de alta montaña, la producción busca capturar con la mayor autenticidad posible la crudeza de los hechos que marcaron aquel trágico día.
Siguiendo la línea de otras producciones que han explorado desastres en entornos extremos, Balandrau encuentra un referente reciente en La sociedad de la nieve, la película de J. A. Bayona estrenada en 2023. Este filme reconstruye la lucha por la supervivencia de los pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, quienes quedaron atrapados en los Andes en 1972.
Con esta propuesta cinematográfica, Balandrau se suma a las historias que exploran la resistencia humana frente a la naturaleza en su estado más implacable, mostrando la dureza de la montaña y la lucha de quienes se enfrentaron a ella en una batalla desesperada por sobrevivir.
La tormenta que lo cambió todo
Los Pirineos orientales son un destino popular para los aficionados a la montaña. Cimas como Bastiments, el Pic de la Dona, el Gra de Fajol o el Costabona son habituales en las rutas de esquiadores de montaña y excursionistas. Pero el 30 de diciembre de 2000, una tormenta inesperada y feroz barrió la cordillera de oeste a este, sorprendiendo a quienes se encontraban en las alturas.
El fenómeno, conocido como torb, es una combinación letal de nieve, viento extremo y temperaturas gélidas. La borrasca procedente del Cantábrico llegó antes de lo previsto, con ráfagas de viento de más de 100 km/h y una sensación térmica de -30 °C. A pesar de que los meteorólogos habían alertado del temporal, muchos excursionistas no alcanzaron a ponerse a salvo.

En aquellos años, las aplicaciones meteorológicas aún no existían y la información sobre el tiempo dependía de partes emitidos por radio, televisión o boletines especializados. La previsión no siempre llegaba a todos los montañeros, y muchos subían a la montaña sin conocer con exactitud los cambios bruscos que podían acechar en cuestión de horas.
Por la mañana, el director y propietario de la estación de esquí de Vallter 2000 , Josep Pujol, ya advirtió a los trabajadores sobre un cambio brusco del tiempo, pero su previsión fue tomada a risa porque el sol brillaba en el cielo. Sin embargo, al mediodía, el torb irrumpió con una violencia inesperada, obligando a la estación de esquí de la Vall de Camprodón a cerrar rápidamente sus instalaciones. Mientras los esquiadores lograban descender, varios grupos de excursionistas que se encontraban en la montaña quedaron atrapados. La nieve levantada por el viento reducía la visibilidad a cero, haciendo imposible la orientación. Las extremas condiciones climáticas impidieron el rescate inmediato, dejando a los montañeros a merced del frío y la ventisca.
La estación de esquí de Vallter 2000 cerró rápidamente sus instalaciones cuando el torb se desató al mediodía, pero varios grupos que se encontraban en la montaña quedaron atrapados. La nieve levantada por el viento reducía la visibilidad a cero, haciendo imposible la orientación. Las extremas condiciones climáticas impidieron el rescate inmediato, dejando a los excursionistas a merced del frío y la ventisca.
Atrapados en el torb: la lucha desesperada por sobrevivir
La tormenta llegó sin avisar, o al menos sin dar tiempo suficiente para reaccionar. En cuestión de minutos, el cielo despejado se convirtió en un torbellino blanco de nieve y viento. La montaña, que hasta entonces había sido un escenario de libertad y aventura, se transformó en una trampa helada.
En las laderas del Balandrau, ocho montañeros quedaron atrapados en la furia del torb. Siete de ellos nunca regresaron y fallecieron a merced del frío extremo y los vientos huracanados. Solo se salvó Josep Maria Vilà, que resistió dos noches a la intemperie, sin más refugio que su propia determinación. Fue rescatado el 1 de enero, con una hipotermia extrema de la que milagrosamente logró recuperarse, aunque le tuvieron que amputar tres dedos de los pies.

Más al este, en la Coma de l’Orri, otro grupo de cuatro excursionistas intentó escapar de la tormenta. Dos de ellos lograron alcanzar el refugio de Ull de Ter, pero los otros dos montañeros no corrieron la misma suerte. Perdidos en la inmensidad blanca, el frío los fue consumiendo poco a poco. Sus cuerpos fueron hallados más tarde, inmóviles en la nieve, testigos mudos de la brutalidad de la naturaleza.
En el Gra de Fajol, dos escaladores, sorprendidos por el vendaval, tomaron una decisión desesperada: separarse y buscar una salida por su cuenta. Solo uno consiguió sobrevivir, escapando por muy poco de la tormenta que no perdonó a los demás.
Un rodaje de gran exigencia técnica
Llevar esta historia al cine supone un desafío logístico y técnico de gran magnitud. El rodaje de Balandrau durará siete semanas, filmándose en escenarios naturales de Camprodón y de entornos de las estaciones de esquí y montaña de Boí Taüll, Vallter 2000 y Port Ainé, todas gestionadas por Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC). También se recreará la tormenta en un plató de Barcelona, con avanzadas técnicas de efectos especiales.
El director Fernando Trullols, que debuta en el largometraje tras una amplia trayectoria en series y cortometrajes, destacó la complejidad del rodaje y reconoció abiertamente que «esta película es un reto inmenso, no solo por las condiciones de rodaje en alta montaña, sino por la responsabilidad de contar una historia real que marcó a muchas personas. Queremos transmitir la intensidad de lo que vivieron aquellos montañeros y los equipos de rescate.»
La producción cuenta con el asesoramiento de los Bomberos de la Generalitat, que participaron en los operativos de rescate en el año 2000. Su experiencia es clave para dar realismo a las escenas de supervivencia y salvamento, evitando licencias narrativas que puedan distorsionar la crudeza de lo sucedido.

Un equipo de primer nivel para una historia trágica
El reparto de Balandrau está encabezado por Álvaro Cervantes, que interpreta el papel de Josep Maria Vilà, Bruna Cusí y Marc Martínez, acompañados por Pep Ambrós, Francesc Garrido, Àgata Roca, Anna Moliner y Jan Buxaderas, entre otros.
Se trata de una producción ambiciosa, fruto de la colaboración entre Lastor Media (Creatura, Mediterráneo), Vilaüt Films (Alcarràs), Goroka Contents (Crims), Balandrau Films AIE y 3Cat (Televisió de Catalunya). Además, cuenta con la participación de Filmin y el respaldo de diversas instituciones catalanas.
El estreno de Balandrau está previsto para finales de 2025, con distribución a cargo de Filmax. La película no solo busca recrear la tragedia, sino también rendir homenaje a las víctimas y mostrar la valentía de quienes enfrentaron la tormenta.
«Balandrau, infern glaçat»: el documental que precede a la películaAntes de que la tragedia del Balandrau llegue al cine como largometraje de ficción, en 2021 se estrenó el documental «Balandrau, infern glaçat», dirigido por Guille Cascante y coproducido por Televisió de Catalunya, Goroka y Lastor Media. |