La segunda jornada en Saint-Lary Soulan amaneció gris, con el cielo encapotado y las piernas pesadas. Aún llevaba en el cuerpo la sacudida monumental de la etapa del día anterior –Aspin, Tourmalet, Horquette d’Ancizan- y, sinceramente, no me habría importado quedarme remoloneando un poco más. Pero algo me empujaba a salir. No se viaja hasta el corazón de los Pirineos franceses para quedarse mirando las nubes. Así que me vestí, desayuné fuerte y monté en la bici con un plan más amable: un bucle de poco más de 60 kilómetros y 1.520 metros de desnivel positivo que prometía emoción sin llegar al desgarro subiendo el Peyresourde, el Azet y el Portet.
Eso creía.
Porque en los Pirineos, las promesas siempre llevan letra pequeña. Y cuando uno pedalea entre gigantes, nunca sabe del todo cómo va a acabar el día. Peyresourde +Col d’Azet

(Copyright/ Ferran Figuerola)
Ficha técnica de la ruta Peyresourde +Col d’Azet | |||
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Tipo de ruta Carretera |
Distancia 61 km |
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Desnivel + 1.520m |
Desnivel – 1.520m |
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Altitud máxima 1.579 m |
Altitud mínima 705 m |
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Dificultad Alta |
Tiempo estimado 3h |
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Punto de inicio Saint Lary Soulan |
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Track GPS
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Peyresourde: la duda se disipa pedaleando
Los primeros kilómetros son idénticos a los del día anterior: carretera estrecha, bosque espeso y pedaladas que aún arrastran fatiga. Pero antes de llegar a Arreau, giro a la izquierda por la D919, dirección Luchon, y el mítico Col de Peyresourde se perfila al fondo.
El ascenso arranca suave, sin estridencias, pero a partir del kilómetro 10 las rampas se endurecen. Los últimos 8 kilómetros mantienen una pendiente constante del 8 %, una prueba de resistencia más que de fuerza bruta. Es un puerto que no rompe, pero exige. El silencio del bosque solo lo rompe el jadeo rítmico de mi respiración. Coronarlo no es una explosión de júbilo, sino un acto de respeto hacia un clásico del Tour.

Bonus track a Peyragudes: pista y paisaje
En lugar de lanzarme en picado, alargo la subida por la misma loma hasta la estación de esquí de Peyragudes. Allí me espera una curiosidad inesperada: una pista de aterrizaje de montaña, encajada en plena ladera a 1.600 metros de altitud. Tiene 550 metros de longitud y se construyó para facilitar el acceso aéreo a la estación, pero también se ha convertido en escenario de cine: aquí se rodaron escenas de la película Tomorrow Never Dies «El mañana nunca muere» de James Bond en 1997. Pedalear sobre ese asfalto, donde aviones y helicópteros han tocado tierra, añade una dimensión extraña y fascinante al esfuerzo ciclista. La montaña, una vez más, mezcla historia, cultura y dureza a partes iguales.

Las nubes siguen ahí, pero el ánimo crece. Giro la bici y desciendo saboreando cada curva, cada metro ganado a pulso. El aire fresco en la cara empieza a borrar el esfuerzo de la subida. En ese momento, la montaña deja de ser un reto para convertirse en recompensa.
Col d’Azet: un dardo al alma
Al llegar al kilómetro 39 del recorrido, me desvío a la izquierda hacia Loudenvielle y comienzo la ascensión al Col d’Azet —también conocido como Val Louron. El puerto tiene 7,3 kilómetros con una pendiente media del 8,44 %, pero esa media no dice nada del castigo que supone: se abre con una serie de curvas de herradura que ganan altura rápidamente, y después se mantiene exigente hasta el cartel de cima. El día sigue muy tapado, aunque la lluvia nos ha respetado. Aquí ya no hay conversación posible. Solo piernas, aliento y determinación. Al coronar, la satisfacción es rotunda: he conquistado algo importante.

Y cuando pensaba que era suficiente… el Portet
Vuelvo a Saint-Lary con la sensación de haber firmado una etapa redonda. Comida recuperadora, un rato de descanso… y entonces el sol aparece. Son casi las cinco de la tarde, pero la luz aguantará hasta las nueve. Y lo más tentador: a solo 2 kilómetros del hotel arranca el imponente Coll de Portet, uno de esos puertos modernos que ya tienen carácter de leyenda. Son 16,8 kilómetros al 8,4 % de pendiente media, con un coeficiente de dificultad de 375, superior incluso al del mismísimo Tourmalet (316). El primer kilómetro apenas engaña, pero a partir del segundo empieza lo serio: tres kilómetros seguidos al 9,8 %, 10,3 % y 10,5 %. Un auténtico muro. Empiezo a preguntarme si ha sido buena idea esto de doblar.
Al llegar a Espiaube, podría haber girado a la izquierda hacia la estación de esquí de Pla d’Adet, final de etapa en numerosas ediciones del Tour de Francia. Pero sigo por la derecha, por una carretera estrecha y perfectamente asfaltada en 2018 con motivo del Tour, que permite alargar la subida hasta los 2.018 metros de altitud. Quedan aún 8 kilómetros duros, casi siempre por encima del 8 %, sin un solo respiro. Las piernas ya van al límite, y por momentos solo las vistas, amplias, inmensas, casi sobrecogedoras, logran distraerme del esfuerzo.
Ficha técnica Col de Portet | |||
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Tipo de ruta Carretera |
Distancia 34,5 km |
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Desnivel + 1358m |
Desnivel – 1358m |
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Altitud máxima 2.214m |
Altitud mínima 880m |
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Dificultad Alta |
Tiempo estimado 2h10′ |
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Punto de inicio Saint Lary Soulan |
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Track GPS
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La cima, el silencio
Una vez arriba, saco las fotos de rigor y me quedo un instante en silencio. No hay palabras, solo aire fino y una vista infinita. La bajada hasta Saint-Lary es larga, casi ceremonial, como si el puerto necesitara despedirse con solemnidad.
Lo logré. Porque no vine hasta aquí a dudar. Vine a vivirlo todo. Y ahora Peyresourde, Azet y Portet están grabados en mis piernas… y en la memoria.
Entre las dos salidas del día, habré acumulado 95 kilómetros y 2.878 metros de desnivel positivo, una cifra que pesa… pero también llena.
A descansar… que aún quedaba otra jornada de disfrute pirenaico, esta vez sin bici, con las botas puestas y un paseo tranquilo para saborear la montaña desde otro ángulo.