Primer descenso integral en esquís del Nanga Parbat

El descenso soñado: cuando Boris Langenstein y Tiphaine Duperier esquiaron el Nanga Parbat

Reportaje

Hazaña en el noveno ochomil del mundo

Tiphaine Duperier y Boris Langenstein firman el primer descenso integral en esquís desde la cumbre del Nanga Parbat por la cara Rupal, una proeza que mezcla historia, obsesión y emoción

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Nanga Parbat con esquis extremo
David Goettler en primer término, junto a Tiphaine Duperier y Boris Langenstein en la cima del Nanga Parbat antes de iniciar el histórico descenso. (Copyright/DG)

El Nanga Parbat, “la montaña desnuda” en urdu, ha sido escenario de tragedias y gestas desde que los primeros exploradores europeos intentaron coronar sus 8.126 metros a principios del siglo XX. Su cara Rupal -la pared más alta del planeta, con 4.500 metros de desnive- es sinónimo de compromiso extremo. Escalarla es un reto; descenderla con esquís parecía, hasta hace pocos días, un sueño imposible.

Ese sueño lo acariciaban desde hacía años los alpinistas franceses Boris Langenstein y Tiphaine Duperier, curtidos en grandes paredes y expertos en esquí extremo. Para ellos, el Nanga Parbat no era solo otro ochomil, sino el lugar donde dejaron una parte de su historia y también una espina clavada: en 2019, cuando se propusieron esquiarlo, Langenstein llegó a 50 metros de la cima y se lanzó desde allí, mientras Tiphaine tuvo que dar media vuelta enferma, rota de frustración y deshidratación. “Volver era casi una necesidad vital”, confesaría después Tiphaine.

Reencuentro con la montaña desnuda

Para preparar el cuerpo y la mente, el equipo pasó varias semanas aclimatando en el Baruntse, en Nepal, antes de viajar a Pakistán. Allí se les unió el alemán David Goettler, obsesionado con el Nanga Parbat desde 2014. Entre todos sumaban décadas de expediciones en altura, pero ninguno había logrado hasta entonces cerrar su círculo con esta montaña.

El plan era ambicioso: subir por la vía Schell, abierta en 1976, en estilo alpino, sin oxígeno suplementario ni porteadores de altura, y descender cada uno a su manera: Goettler volando en parapente, los franceses sobre esquís.

El 21 de junio iniciaron el ascenso definitivo. Con un parte meteorológico prometedor, avanzaron a buen ritmo por la ladera de 40 grados que a menudo actúa como tapón psicológico a casi 7.000 metros. Dos días después, a 7.300 metros, instalaron su último vivac. El 24 de junio, a las 15:30, se fundieron en un abrazo en la cumbre, con un cielo azul casi irreal.

El descenso en esquís: vertical inédita

Desde la misma cima, Duperier y Langenstein se calzaron las tablas. Ningún alpinista había logrado antes esquiar desde allí y recorrer en descenso continuo la mítica vertiente Rupal. La primera parte, hasta unos 7.600 metros, fue sorprendentemente fluida. Luego, la travesía hacia el glaciar Rupal se complicó con una sección mixta de 150 metros que les obligó a quitarse los esquís, montar rápeles y progresar sobre roca y hielo muy expuesto.

La dificultad técnica, unida al cansancio extremo y la hipoxia, hizo de aquel tramo uno de los más tensos de toda la expedición. “Sabíamos que si queríamos esquiar desde arriba, teníamos que movernos rápido”, explicó Langenstein.

Tras tres días de esfuerzo, y cuando la sequía estival del Himalaya dejó sin nieve la parte baja, continuaron a pie hasta alcanzar el campo base. Era el final de una travesía integral sin precedentes.

El vuelo en parapente de Goettler

Mientras los franceses comenzaban su descenso sobre esquís, Goettler desplegaba su parapente a 7.500 metros. Para él era la quinta tentativa de cumbre en el Nanga Parbat, un ciclo que se había prolongado once años. “El vuelo fue un regalo”, relató. Con la luz dorada del atardecer y condiciones casi perfectas, cruzó el collado Mazeno y aterrizó, tras media hora, en el glaciar, cerrando su propia historia con la montaña.

Referencia a Luis Stitzinger

El precedente más destacado de esquí extremo en el Nanga Parbat fue el alemán Luis Stitzinger (1968-2023), quien en 2008 descendió parcialmente la montaña en esquís desde unos 7.850 metros por la vertiente Diamir. Aquel intento pionero abrió la puerta a imaginar un recorrido integral, aunque no partió de la misma cumbre. Stitzinger, reconocido por sus descensos en ochomiles como el Gasherbrum II o el Broad Peak, falleció en 2023 en el Kangchenjunga, donde desapareció durante el descenso tras coronar la cima. Su legado inspiró a muchos alpinistas de la nueva generación.

Una cima con memoria

El éxito de la expedición tuvo un componente íntimo y reivindicativo. Tiphaine Duperier se convirtió en la segunda mujer en alcanzar la cima del Nanga Parbat por la cara Rupal, tras la legendaria eslovena Marija Frantar (1956-1991), que logró esta proeza en 1990 y murió un año después en el Kangchenjunga.  “Sería una pena olvidarse de quienes lo hicieron antes”, recordó Duperier en Islamabad, todavía con la voz entrecortada.

Descenso que marca época

En la historia del Himalaya, pocos descensos en esquís tienen la carga simbólica de este. El Nanga Parbat -célebre por la tragedia de los hermanos Messner en 1970 y por ser uno de los ochomiles menos esquiados– acaba de inscribir un capítulo nuevo. Duperier y Langenstein no solo completaron una ruta extrema. Ambos cerraron un ciclo vital que empezó hace seis años, cuando la montaña les enseñó su cara más dura. Y lo hicieron a su manera, combinando velocidad, precisión y la confianza de un dúo que comparte la pasión por las líneas imposibles.


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  • Miquel Ribas

    Periodista y Editor de Turiski