La comunidad montañera está de luto tras la trágica muerte de Mikel Lorente (1986-2025), guarda del Refugio Cap de Llauset desde su inauguración en 2016. El montañero bilbaíno perdió la vida tras sufrir una caída de 300 metros mientras ascendía en solitario al Pico Russell Oriental (3.034 m), en el Parque Natural Posets-Maladeta, dentro del término municipal de Montanuy (Huesca).
Referente en la gestión de refugios
Mikel Lorente había dedicado su vida a la montaña. Inició su trayectoria como guarda en 2007 en el Refugio de Colomers, en el Pirineo catalán, donde permaneció una década antes de trasladarse a Cap de Llauset, el refugio guardado más alto del Pirineo español (2.425 m). Su pasión por la montaña y su dedicación al refugio lo convirtieron en un referente entre montañeros y alpinistas.
Además de su labor como guarda, participó en operaciones de rescate, demostrando su compromiso con la seguridad en alta montaña. En abril de 2024, protagonizó el salvamento de dos montañeros vascos atrapados en una ventisca, una acción que evidenció su experiencia y capacidad para afrontar situaciones extremas.

Entre la soledad de la montaña y su familia
Durante los meses de invierno, Mikel afrontaba turnos en solitario de 15 a 20 días en el Refugio Cap de Llauset, soportando temperaturas de hasta -18°C y fuertes ventiscas. Se turnaba con sus dos compañeros que también se relevaban en la gestión del refugio. En verano, los tres coincidían en el establecimiento, reforzando el equipo para atender la mayor afluencia de montañeros. Además de sus labores como guarda, Mikel colaboraba con AEMET, enviando mediciones meteorológicas diarias desde la estación situada en las proximidades del refugio, contribuyendo así al seguimiento del clima en alta montaña.
A pesar de las duras condiciones, encontraba en la montaña su hogar, compartiendo su día a día con la fauna local, desde zorros hasta perdices nivales. Mikel, además de ser un montañero experimentado, era un apasionado del esquí de travesía, una disciplina que disfrutaba siempre que tenía ocasión, por su inseparable perro Egin.
Sin embargo, también sabía compaginar su vida en las alturas con su familia, con quienes mantenía contacto a través de internet satelital. Residía con su mujer y su hijo de 11 años en la localidad de Senet, perteneciente al municipio de Vilaller (Lleida). Hablaba con naturalidad de la separación que implicaba su trabajo y de la importancia de «trabajar la distancia» con sus seres queridos.
Mikel Lorente era mucho más que el guarda del Refugio Cap de Llauset. Era un apasionado de los Pirineos, de su entorno y un referente para quienes se acerrcaban a su refugio.