Enclavado en la majestuosa Cordillera Cantábrica, el Parque Nacional de los Picos de Europa se erige como un santuario natural de imponentes cumbres, profundos desfiladeros y verdes valles. Este parque, el primero declarado en España, ofrece paisajes de ensueño, una rica biodiversidad y un profundo vínculo cultural e histórico. Desde la Torre de Cerredo hasta los Lagos de Covadonga, sus 67.127 hectáreas son un destino fascinante para amantes de la naturaleza y la aventura. Con rutas de senderismo desafiantes y centros de visitantes educativos, los Picos de Europa resplandecen en el norte de España. El parque se extiende por tres comunidades autónomas -Asturias, Cantabria y Castilla y León-, una división administrativa que no siempre ha favorecido una gestión plenamente coordinada.

Historia y creación del parque
El Parque Nacional de los Picos de Europa es un claro ejemplo del compromiso con la conservación de su patrimonio natural y cultural. Su historia está llena de esfuerzos y decisiones que han permitido preservar este espacio único para las generaciones futuras.
A comienzos del siglo XX, la necesidad de proteger áreas naturales emblemáticas en España no era una prioridad. El impulso para la creación del Parque Nacional de los Picos de Europa vino de la mano de Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós (1869-1941) -ver recuadro-, un apasionado defensor de la naturaleza, aunque fuera un consumado cazador, como muchos naturalistas de su época. Inspirado por los modelos de parques nacionales de Estados Unidos, como Yellowstone y Yosemite, que conoció personalmente, Pidal abogó por la protección de los Picos de Europa para conservar su fauna, flora y majestuosos paisajes alpinos. El apoyo del Rey Alfonso XIII fue determinante para llevar adelante esta iniciativa. La combinación del entusiasmo de Pidal, que fue ennoblecido por el rey con el título de Marqués de Villaviciosa de Asturias, y el respaldo real allanó el camino para la creación del parque, marcando un hito en la conservación de espacios naturales en España.

Primer parque español
El 22 de julio de 1918, el Parque Nacional de los Picos de Europa fue oficialmente declarado, convirtiéndose en el primer parque nacional de España. Veinticinco días después se decretaba el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Inicialmente, el parque abarcaba una pequeña zona centrada en el macizo de Covadonga. Con el tiempo, su superficie protegida se amplió de forma significativa hasta incluir los tres grandes macizos montañosos que conforman los Picos de Europa: el Occidental o Cornión, el Central o Urrieles, y el Oriental o Ándara. Además de estas formaciones calizas, el parque comprende también los valles de los ríos Sella, Cares y Deva, lo que aporta una gran diversidad de paisajes y ecosistemas.
A lo largo de los años, el parque ha experimentado varias modificaciones en sus límites y en su gestión, pero siempre ha mantenido su estatus como uno de los parques nacionales más importantes del país. Este proceso de expansión y protección continua refleja el compromiso constante con la conservación y el respeto por este entorno natural único.

Naturaleza y legado cultural
Más allá de su impresionante topografía, el parque alberga una estrecha interrelación entre el medio natural y la actividad humana. La presencia humana en estas montañas se remonta a milenios atrás, como atestiguan los caminos ganaderos, las majadas, los hórreos o las ermitas dispersas por el territorio. Tradiciones como la trashumancia, la elaboración artesanal de quesos (como el Cabrales o el Gamonéu) y las festividades populares siguen vivas, integrando la naturaleza en la vida cotidiana.
Los Picos de Europa son un auténtico refugio de biodiversidad. Aquí sobreviven especies emblemáticas como el oso pardo cantábrico (Ursus arctos), el lobo ibérico (Canis lupus signatus) y el esquivo rebeco (Rupicapra pyrenaica parva), sin olvidar el vuelo majestuoso del águila real (Aquila chrysaetos) o el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), en fase de reintroducción. Esta riqueza biológica está protegida por una legislación estricta y planes de conservación específicos.

Ecosistemas y paisajes
La flora del parque es excepcionalmente diversa, con más de 1.400 especies de plantas vasculares. Entre las más notables se encuentran el tejo (Taxus baccata), el acebo (Ilex aquifolium) y varias orquídeas. Los bosques de hayas y robles cubren gran parte del parque, proporcionando un hábitat ideal para numerosas especies animales.
Los Picos de Europa forman un tapiz ecológico excepcional, donde la abrupta orografía y el contraste climático dan lugar a un mosaico de ecosistemas que se despliegan desde las húmedas laderas boscosas hasta las cumbres áridas de caliza desnuda. Esta extraordinaria diversidad se expresa en tres grandes tipos de hábitats que definen el alma natural del parque.

Bosques caducifolios: el reino del haya y el roble
En las vertientes medias y bajas dominan los bosques caducifolios, compuestos principalmente por hayedos y robledales, que tapizan los valles con un verde denso y umbrío. Estos bosques no solo embellecen el paisaje, sino que actúan como auténticos refugios para una variada comunidad biológica, albergando desde mamíferos como el corzo y el jabalí hasta una rica población de hongos, aves forestales y pequeños invertebrados.

Praderas alpinas: vida en la altura
A medida que se gana altitud, los árboles ceden su lugar a las praderas alpinas, donde la vegetación se adapta a condiciones extremas: suelos pobres, viento constante y una meteorología cambiante. Aquí prosperan plantas de floración breve pero intensa, muchas de ellas endémicas o relictas de épocas glaciares, mientras que el pastoreo tradicional, especialmente el de cabras y ovejas en trashumancia, mantiene abierto este paisaje ancestral y modelado por la acción humana.

Ríos y lagos: el pulso acuático del parque
Por último, el agua dibuja su propio camino en forma de ríos, arroyos y lagos glaciares. El Cares y el Deva serpentean entre gargantas, aportando vida a las riberas y sosteniendo ecosistemas acuáticos de gran valor ecológico. Los Lagos de Covadonga, por su parte, son el emblema de este paisaje líquido de alta montaña: espejos naturales rodeados de pastizales y riscos donde conviven truchas, anfibios y aves acuáticas. Estos cuerpos de agua, además de su belleza indiscutible, cumplen un papel crucial como reservorios ecológicos y como conectores de vida entre los diferentes pisos bioclimáticos del parque.
Postales vivas de los Picos de Europa
El Parque Nacional de los Picos de Europa atesora una colección de lugares que condensan la belleza salvaje, la historia geológica y la emoción de la montaña. Algunos de estos parajes se han convertido en auténticas postales vivas del parque, imprescindibles para cualquier visitante que desee conectar con su esencia más profunda.
Lagos de Covadonga: el espejo del macizo occidental
Entre ellos destacan los Lagos de Covadonga, ubicados en el macizo occidental de El Cornión. El Enol y el Ercina, de origen glaciar, reposan en un altiplano rodeado de prados y cumbres calizas que se reflejan en sus aguas tranquilas. Este rincón no solo es uno de los más visitados, sino también uno de los más fotografiados del norte peninsular, especialmente en las primeras horas del día, cuando la niebla se disipa lentamente y revela un paisaje de otro tiempo.

Ruta del Cares: senderismo entre abismos
Más al este, la Garganta del Cares traza un tajo imponente entre los macizos de El Cornión y Los Urrieles. Aquí, el río ha horadado un desfiladero vertiginoso que se recorre a través de un sendero tallado en la roca: la Ruta del Cares. Sus 12 kilómetros de pasarelas, túneles y balcones naturales sobre el abismo constituyen una de las travesías más espectaculares de la península, tanto por su belleza como por la sensación de caminar suspendido entre cielo y piedra.
Pico Urriellu: icono vertical del alpinismo español
Alzándose como un coloso calizo, el Pico Urriellu, también conocido como Naranjo de Bulnes, es el icono indiscutible del montañismo español. Su silueta vertical, visible desde numerosos puntos del parque, ha sido y sigue siendo una escuela de leyenda para generaciones de escaladores. Pero incluso quienes no practican la escalada pueden acercarse a su base desde Pandébano y contemplar su imponente presencia en un entorno de circo glaciar.

Fuente Dé: un balcón al corazón del macizo central
Por último, en la vertiente cántabra, el Mirador de Fuente Dé ofrece una de las mejores panorámicas del parque. Un teleférico salva en pocos minutos un desnivel de casi 800 metros y lleva al visitante hasta la Vega de Liordes, desde donde se abre una vista majestuosa sobre las paredes del macizo central, los hayedos del valle y las siluetas lejanas de la montaña leonesa.
Cuatro miradas, un mismo latido
Cada uno de estos lugares resume una faceta del parque: la quietud glacial, la fuerza erosiva del agua, la verticalidad del desafío o la inmensidad del paisaje. Son espacios que no solo se recorren con los pies, sino que se graban en la memoria del visitante como instantes de pura montaña.
Experiencias para vivir los Picos paso a paso
El Parque Nacional de los Picos de Europa es mucho más que un paisaje para contemplar: es un territorio para recorrer, descubrir y sentir en primera persona. Su geografía accidentada y su espectacularidad natural lo convierten en un escenario privilegiado para las actividades al aire libre. Aquí, cada ruta se transforma en una experiencia sensorial, cada ascenso en un reto, y cada rincón en una postal viviente de la montaña cantábrica.

Senderismo para todos los niveles
Entre todas las posibilidades que ofrece el parque, el senderismo ocupa un lugar de honor. Con una red de itinerarios bien marcada que abarca desde tranquilos paseos hasta travesías de alta montaña, el parque permite adaptarse a todo tipo de visitantes, desde familias hasta montañeros experimentados. Algunas rutas han alcanzado la categoría de míticas, como la Ruta del Cares, que serpentea durante 12 kilómetros entre paredes verticales y el rumor constante del río, conectando los pueblos de Caín y Poncebos por uno de los desfiladeros más sobrecogedores de Europa. También destaca la ruta hacia la base del Naranjo de Bulnes, que parte desde el collado de Pandébano y culmina en un circo glaciar dominado por la silueta vertical de este icono de la escalada española.
Rutas accesibles y panorámicas inolvidables
Otra propuesta muy accesible es la Ruta de los Lagos de Covadonga, ideal para descubrir el corazón del macizo occidental, con vistas abiertas, pastizales alpinos y lagos glaciares rodeados de historia y leyenda. Durante el periodo estival -del 1 de junio al 19 de octubre-, la estrecha carretera permanece cerrada al vehículo particular y es necesario tomar un autobús de pago desde Cangas de Onís, una medida adoptada para regular el tráfico y preservar la tranquilidad y conservación del entorno natural.
Por su parte, la ascensión desde el teleférico de Fuente Dé al mirador, en la vertiente cántabra, permite adentrarse en la alta montaña a través de un recorrido panorámico, con impresionantes vistas sobre la Vega de Liordes y los picos del macizo central.
Mucho más que caminar: aves, roca, pedales y cuevas
Pero los Picos de Europa no son solo territorio para senderistas o montañeros. El parque invita también a vivir otras experiencias íntimamente ligadas a su relieve y su biodiversidad. La observación de aves es una de ellas: rapaces como el águila real, el alimoche o el escaso quebrantahuesos surcan con elegancia los cielos, mientras en los bosques se escuchan los cantos del pito negro, el trepador azul o el mirlo capiblanco.
Para los amantes del alpinismo y la escalada, las paredes del Naranjo de Bulnes, Peña Santa o Torre Cerredo son retos clásicos, con vías históricas y otras más recientes que exigen técnica y compromiso. El ciclismo de montaña también tiene su espacio en los Picos, con rutas forestales y caminos de media montaña que permiten pedalear entre bosques, brañas y vistas abiertas.
Y bajo tierra, el parque guarda otro de sus secretos: una compleja red de simas, grutas y galerías que lo convierten en un referente europeo de la espeleología, con cavidades como la Torca del Cerro o el Sistema del Trave, exploradas por generaciones de espeleólogos.
Vivir los Picos con los cinco sentidos
Así, el Parque Nacional de los Picos de Europa no se limita a ser observado: se atraviesa, se escala, se escucha y se respira. Cada actividad al aire libre es una forma de adentrarse en su ritmo natural, de leer sus formas geológicas y de conectar, paso a paso, con una de las montañas más fascinantes de la península ibérica.
Centros de información y servicios
Centro de Visitantes de Sotama (Cantabria)
Ubicado en Tama, en el municipio de Cillórigo de Liébana, este centro destaca por su arquitectura bioclimática que armoniza con el entorno montañoso. En su interior, el visitante puede recorrer una exposición interpretativa que recrea los paisajes, ecosistemas y tradiciones de los Picos de Europa, incluyendo reproducciones de desfiladeros, bosques y cumbres. Además, ofrece proyecciones audiovisuales, venta de publicaciones y un área de recreo exterior con arboreto de especies autóctonas.
Dirección: Avda. Luis Cuevas, 2-A, 39584 Tama, Cillórigo de Liébana, Cantabria
Teléfonos: 942 730 555 (oficina) / 942 738 109 (guías)
Horario: Abierto todo el año, excepto 24, 25 y 31 de diciembre, y 1 y 6 de enero. Horario general de 9:00 a 18:00 h (último acceso a las 17:30 h).
Centro de Visitantes Pedro Pidal (Asturias)
Situado en el área de Buferrera, cerca de los Lagos de Covadonga, este centro lleva el nombre del impulsor de la ley de Parques Nacionales de 1916. Ofrece exposiciones permanentes sobre la historia y biodiversidad del parque, proyecciones audiovisuales y una maqueta interactiva. En el exterior, los visitantes pueden disfrutar de un arboreto con especies autóctonas y un museo de la minería.
Dirección: Área de Buferrera, Lagos de Covadonga, 33589 Cuadonga/Covadonga, Asturias
Teléfono: 985 848 614
Horario: Abierto en fechas específicas: del 1 de julio al 30 de septiembre, del 14 al 20 de abril, y del 1 al 4 de mayo, de 10:00 a 18:00 h.
Centro de Recepción de Visitantes Casa Dago (Asturias)
Localizado en Cangas de Onís, este centro funciona como oficina de información del parque. Ofrece atención al público, exposiciones sobre el entorno natural y cultural, y facilita la organización de visitas y actividades en el parque.
Dirección: Avenida Covadonga, 43, 33550 Cangas de Onís, Asturias
Teléfono: 985 848 614
Horario: Abierto todo el año en días laborables, de lunes a viernes, de 8:00 a 15:00 h.
Observación: Además de estos centros, en las localidades cercanas al parque, como Cangas de Onís, Potes y Riaño, los visitantes encontrarán una amplia oferta de servicios básicos, incluyendo alojamientos, restaurantes y tiendas donde adquirir suministros para las excursiones. Estos pueblos también ofrecen información turística adicional y son excelentes puntos de partida para explorar los Picos de Europa.
Web oficial con toda la información del Parque Nacional de los Picos de Europa
Pedro Pidal: un visionario entre la cumbre y la conservaciónPedro Pidal y Bernaldo de Quirós (1869–1941), un apasionado gijonés defensor de la naturaleza, fue determinante para la creación del Parque Nacional de los Picos de Europa. Aristócrata, político, deportista y erudito, Pidal fue el principal impulsor de la Ley de Parques Nacionales de 1916 y el primer Comisario General de Parques Nacionales de España. Su figura está indisolublemente unida a la historia de la conservación en el país, aunque fuera un consumado cazador, como muchos naturalistas de su época. Pero su legado no se limita a los despachos: el 5 de agosto de 1904, protagonizó junto al pastor Gregorio Pérez “El Cainejo” la primera ascensión al Naranjo de Bulnes (Picu Urriellu), un hito del alpinismo español. Escalaron por la fisura de la cara norte, hoy conocida como vía Pidal-Cainejo, en condiciones tan precarias como épicas: Pidal lo hizo en alpargatas y con la mejor cuerda que había comprado en Londres, mientras que El Cainejo subió descalzo y a la “brava”, sin más ayuda que su instinto y su experiencia de cabrero. Aquella gesta, considerada una proeza en toda regla, encendió en el marqués una pasión por la naturaleza que lo llevaría a defender su protección con una visión adelantada a su tiempo. Gracias a su determinación, el macizo de Covadonga fue declarado parque nacional en 1918, convirtiéndose en el primero del país y dando inicio a la historia del conservacionismo español moderno. |
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