Victoria de Joyeux-Bouillon y Van Vooren en la VDA Val d’Aran 2025

Arthur Joyeux-Bouillon y Laura Van Vooren conquistan la épica VDA 2025 de Val d’Aran

Noticia

La prueba reina, que pasó de 163 km a 142 km por seguridad, coronó también a Santos Gabriel Rueda y Arnau Seguí en hombres, y a Yuanyuan Wu y Anva Cinde en mujeres.

Arthur Joyeux-Bouillon y Laura Van Vooren
Arthur Joyeux-Bouillon y Laura Van Vooren disfrutan del momento de tocar la campana en Vielha tras conquistar la VDA 2025, la prueba reina del Val d’Aran. (Copyright/Val d’Aran)

Vielha despertó al alba con un rumor de pasos, emociones y sueños cumplidos que llenaron sus calles de épica. El francés Arthur Joyeux-Bouillon y la belga Laura Van Vooren inscribieron sus nombres en la historia grande de la VDA, la distancia reina de la Val d’Aran, al conquistar una edición marcada por la lluvia, el barro, la niebla y un frío que calaba hasta el alma.

Pasaban pocos minutos de las ocho de la mañana cuando el francés Arthur Joyeux-Bouillon, con los brazos abiertos y el rostro todavía húmedo por la tormenta de la víspera, se convertía en el tercer vencedor en la historia de la VDA, la prueba más y salvaje de la Val d’Aran.  A su espalda quedaban 16 horas, 25 minutos y 48 segundos de un recorrido alternativo que, lejos de aminorar la épica, la multiplicó.

La VDA Val d’Aran 2025, recortada por seguridad

La organización, ante la amenaza de tormentas severas, decidió recortar el trazado original de la VDA —163 kilómetros y 10.000 metros de desnivel positivo— para garantizar la seguridad de corredores, voluntarios y público. Así, la distancia reina quedó reducida a 142 kilómetros y 7.250 metros positivos, un perfil igualmente demoledor que no restó ni un gramo de autenticidad a la experiencia. Porque la VDA es mucho más que una carrera. Es la vuelta a la Val d’Aran, un viaje salvaje y luminoso por valles perdidos de la gran cadena pirenaica. Con salida y llegada en Vielha, la VDA es, ante todo, la celebración de un paisaje que no deja indiferente a nadie y el descubrimiento de uno de los espectáculos más grandiosos de los Pirineos. el Torn dera Val d’Aran.

La salida, el viernes a las cuatro de la tarde, se produjo bajo un diluvio que parecía querer disuadir a los 652 corredores que se apretujaban en el Village. Pero nadie se movió un paso atrás. La Val d’Aran, tierra de valles legendarios y minas dormidas, abría de nuevo sus senderos para un viaje en el que cada paso era un pulso contra uno mismo.

Una madrugada de barro y silencio

La noche cayó con todo su peso. Entre ráfagas de viento, frontales titilantes y charcos interminables, Arthur Joyeux-Bouillon fue gestando su victoria con una zancada constante. Al amanecer, mientras los primeros rayos rompían el gris del cielo, la plaza de Vielha recuperó el bullicio y la emoción de las grandes gestas. Detrás del francés, el argentino Santos Gabriel Rueda firmó un meritorio segundo puesto (16:53:56), emocionado al tocar la campana que todo corredor sueña. “Es increíble correr toda la noche por la Val d’Aran”, confesó exhausto. Completó el podio Arnau Seguí (17:13:03), con una sonrisa que delataba más alivio que triunfo.

La jornada de las mujeres valientes

A media mañana apareció por la calles de Vielha Laura Van Vooren. La belga cruzó la meta en 20 horas, 26 minutos y 37 segundos, con un grito de felicidad que se abrió paso entre el aplauso unánime. “Hoy es el mejor día de mi vida deportiva”, dijo, con la voz quebrada y las manos en el corazón. Su emoción tenía la fuerza de quien llega no solo a la meta, sino a la confirmación de que nada es imposible.

Pocos minutos después, la corredora china Yuanyuan Wu se abrazaba a sí misma en un gesto de victoria interior. “No tenía confianza en mí misma. Solo quería terminar. Pero hoy finalmente me gané a mí misma”, relató tras cruzar la línea en 20:38:22. Con lágrimas sinceras, recordó su año de lesiones y su decisión de mudarse al Valle: “Amo tanto la Val d’Aran que ahora soy local. Gracias Vielha”.

El podio femenino lo completó la rumana Anva Cinde (22:11:23), que corrió con un brazo lesionado tras romperse el radio apenas dos semanas atrás. “Quería un top 10 y me encontré un podio. Me dolía todo, pero cada vez que veía a mi familia se me pasaba”, explicó, mientras sostenía el bastón con el que había recorrido buena parte de la travesía.

La VDA sigue creciendo como el gran relato de montaña de Val d’Aran, un viaje íntimo y colectivo que transforma a todos los que se atreven a enfrentarlo. Aquí, donde las campanas suenan como un premio y un alivio, la montaña recuerda que ningún sueño es demasiado grande si se persigue con pasión.

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